La transformación

Tal vez los argentinos votamos mayormente otra cosa, o tal vez dimos un cheque en blanco para que el Gobierno continúe gestionando el nuevo rumbo. Lo que seguro que es cierto es que nadie esperaba, después del discurso del Presidente en la noche del triunfo ni de sus posteriores entrevistas, un cambio de gabinete como el que produjo. Hasta Guillermo Francos se sintió empoderado el domingo 26 de octubre a la tardecita con el protagonismo que tuvo. Tanto que supuso su ratificación en el cambio, y eso le dijo a los periodistas que lo entrevistaron... que no era ninguno de los habituales prolibertarios. El fin de semana anterior al que pasó el Presidente cambió al dialoguista Francos por su vocero, Manuel Adorni, y consolidó a la guardia karinista en el Gobierno. Nadie puede dudar que Diego Santilli será un Ministro de Interior negociador y acuerdista, pero todos esperábamos a Santiago Caputo en un megaministerio que incluia el diálogo con los gobernadores y que nunca llegó. De cualquier m...

Primera víctima, el individualismo


El individualismo es la primer víctima del Covid-19.
Convengamos que si el 24 de marzo no fuera una fecha tan significativa para el kirchnerismo, ese mismo día se hubiera decretado el estado de sitio. El contexto daba y permitía al Presidente imponer el control de la situación que necesitaba. Ese mismo día Perú implantó el toque de queda.
De todos modos, no hace falta tomar una medida de esa magnitud para vivir en un estado policial.
El Estado tiene a mano muchas facultades para manejarse dentro de la excepción; la emergencia sanitaria, como la pandemia de este coronavirus, ofrece sobradas justificaciones para acudir a ellas.
Además, las nuevas tecnologías permiten vigilarnos, en todo momento y lugar.
La experiencia china en Wuhan, que fue considerada exitosa, se atribuyó a las duras medidas tomadas por Xi Xingping, que de liberal y republicano tiene poco. Cerró sus fronteras para aislarlo, impidió el más mínimo movimiento de personas, detuvo su industriosa economía.
Con ese antecedente, la opinión pública se volcó a favorecer el mayor grado de cuarentena posible. Muchos se dedicaron a perseguir y descalificar a los que tuvieron actitudes irresponsables.
Hace unos diez días hubiera sido impensable que los procedimientos policiales vigentes y la presencia militar en las calles fueran mejor vistos que las actitudes de libre albedrío de los individuos.
La sociedad, aterrada por la amenaza invisible, aceptó silenciosamente una invasión a los límites de las libertades individuales; pide orden y se cierra en sus comunidades. 
El Papa Francisco, en su bendición de hoy fue muy claro al advertir que "la tempestad deshizo las máscaras" detrás de las que se escondía la sociedad de consumo y la enfrentó con su realidad humana. "Estamos en el mismo barco", dijo, "no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta".
Atrás suyo, el Cristo del crucifijo de San Marcelo lloraba lágrimas de lluvia al ver la plaza y la Iglesia de San Pedro desiertas, en la oscura noche romana.+)



Mientras empezaba a escribir esta columna, se escuchaba una extraña alarma de fondo y cada tanto aparecía un megáfono explicando las medidas de reclusión tomadas por el Gobierno. Pero las campanas de la vecina Abadía de Santa Escolástica nunca dejaron de sonar.

Comentarios