La transformación

Tal vez los argentinos votamos mayormente otra cosa, o tal vez dimos un cheque en blanco para que el Gobierno continúe gestionando el nuevo rumbo. Lo que seguro que es cierto es que nadie esperaba, después del discurso del Presidente en la noche del triunfo ni de sus posteriores entrevistas, un cambio de gabinete como el que produjo. Hasta Guillermo Francos se sintió empoderado el domingo 26 de octubre a la tardecita con el protagonismo que tuvo. Tanto que supuso su ratificación en el cambio, y eso le dijo a los periodistas que lo entrevistaron... que no era ninguno de los habituales prolibertarios. El fin de semana anterior al que pasó el Presidente cambió al dialoguista Francos por su vocero, Manuel Adorni, y consolidó a la guardia karinista en el Gobierno. Nadie puede dudar que Diego Santilli será un Ministro de Interior negociador y acuerdista, pero todos esperábamos a Santiago Caputo en un megaministerio que incluia el diálogo con los gobernadores y que nunca llegó. De cualquier m...

Instancias finales

Prácticamente toda la oposición ha declarado que el dialogo político convocado por la Presidente el 9 de julio último es inconducente.
El Gobierno Nacional está perdiendo la posibilidad de negociar el poder, desde una posición de cierta fortaleza, con quienes se establecerán en el Congreso desde diciembre; los ganadores de junio se manifestaron favorables a hacerlo.
El fracaso legislativo con el "tarifazo" lastimó seriamente al Poder Ejecutivo. El oficialismo tuvo la rápida reacción de imponerse en Diputados con las "facultades delegadas" sin ceder un ápice al Campo, que reclamaba aprovechar la oportunidad a fin de habilitar alguna concesión en materia de retenciones. Ese triunfo logró despejar la sensación de muerte política del kirchnerismo, pero probablemente estableció una fecha de vencimiento más temprana. El modelo que Elisa Carrio definió como "autoritario" no da para más.
No está claro si es que los Kirchner intentan mantener este formato como el único o si es que no conocen otros, y no están dispuestos a ensayar. La difícil situación de los bloques justicialistas en el Congreso permite pensar que, al mejor estilo de Carlos Menem, los Kirchner están dispuestos a hacer todo para evitar que los suceda un peronista.
Hay que ver los esfuerzos que hace el peronismo bonaerense por mostrarse en condiciones de disputarle el poder a la oposición. Los disidentes cantarían esa misma canción, como una forma de cotizarse ante las huestes personalistas de Unión PRO, pero el Matrimonio Presdiencial amenaza con contaminar todos los símbolos partidarios con una peste incurable.
La pelea con Clarín por los derechos de televisación del fútbol permiten hacer una doble lectura: quieren aparecer como los paladines de la izquierda y, en caso de que no puedan llevar a cabo sus planes más ambiciosos, ser víctimas de algún poderoso deleznable para el sector que pretenden representar.
Es presumible que, en caso de que sobrevivan a esta pelea con el Gran Diario Argentino, proviquen una crisis similar antes de diciembre.+)

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