La transformación

Tal vez los argentinos votamos mayormente otra cosa, o tal vez dimos un cheque en blanco para que el Gobierno continúe gestionando el nuevo rumbo. Lo que seguro que es cierto es que nadie esperaba, después del discurso del Presidente en la noche del triunfo ni de sus posteriores entrevistas, un cambio de gabinete como el que produjo. Hasta Guillermo Francos se sintió empoderado el domingo 26 de octubre a la tardecita con el protagonismo que tuvo. Tanto que supuso su ratificación en el cambio, y eso le dijo a los periodistas que lo entrevistaron... que no era ninguno de los habituales prolibertarios. El fin de semana anterior al que pasó el Presidente cambió al dialoguista Francos por su vocero, Manuel Adorni, y consolidó a la guardia karinista en el Gobierno. Nadie puede dudar que Diego Santilli será un Ministro de Interior negociador y acuerdista, pero todos esperábamos a Santiago Caputo en un megaministerio que incluia el diálogo con los gobernadores y que nunca llegó. De cualquier m...

No sumaron

La Presidente tenía una bala de plata para cazar a algún peso pesado con el cambio de gabinete. Pero los anuncios de ayer no incluyeron nombres destacados para obtener la confianza de los mercados, o altos representates de la política (de algún gobernador) o sectoriales, con la excepción relativa de la CGT, para acrecentar su peso político.
Se puede adivinar claramente la intención, ya anunciada el lunes 29 de junio por Néstor Kirchner, de profundizar el modelo. No hay ningún nombre que refiera a otra cosa que no sea populismo puro y duro. El propio ministro de Economía, Amado Boudou, a pesar de su preparación liberal no ha manifestado nada propio de esa ideología en su gestión en el Ansses; al contrario, fue la cara visible de la estatización de los fondos jubilatorios.
Los cambios incluyen la partida de un referente del pluralismo, José Nun, y su reemplazo por un peronista de la cultura, Jorge Coscia, que viene del duhaldismo. Aníbal Fernandez, Julio Alak y Diego Bossio, también tienen una alineación doctrinaria claramente justicialista de extracción alsinista y no ofrecen cambios de políticas en sus carteras. Al contrario. La salida de uno de los pocos ganadores del 28-J, Sergio Massa, parecería demostrar que los sentimientos, cuando son intensos, muchas veces nublan la vista.
El nombramiento de Mariano Recalde, de similar filiación política que los ya mencionados, tiene otro objetivo. A Hugo Moyano no le habían otorgado el nombramiento para el Ministerio de Salud, como venía solicitando, ni la posibilidad de nombrar al reemplazante del secretario de Transporte Ricardo Jaime. Inclusive, le nombraron a otra persona para administrar la caja de las obras sociales. Justo el día en que Eduardo Duhalde volvía de su miniexilio eleccionario, Hugo Moyano dijo que no tendría ningún problema en hablar con él. Es probable que alguna señal de alerta en el Cuartel General de Olivos haya apurado para la tarde de ayer la decisión que se venía masticando desde hacía algunos días en la intimidad presidencial.
Si no se pudo sumar a un representante de algún gobernador de peso o si simplemente no se intentó es una cuestión que intentaremos desentrañar en los próximos días. El daño es el mismo: el Gobierno perdió una oportunidad de oro para sumar apoyo político. Si la dejó pasar sería necio y una cosa seria; pero si ningún gobernador quiso sumar apoyo a esta gestión justicialista podría ser muy bgrave.+)

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