Lo de Putin es jueguito para la tribuna

Por Jorge Castro
PARA TRUMP, LA PRIORIDAD ES CHINA (iEco, Clartín), pg. 11 13.11.2016

El gobierno de Donald Trump implica un replanteo del posicionamiento de EE.UU. en todos los planos del poder mundial, ante todo en materia de comercio e inversiones, y la prioridad en ese aspecto es China.
La República Popular es el vínculo fundamental de EE.UU. con el comercio internacional, y ese lazo muestra las siguientes características: en 2001, al ingresar China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), representaba 20% del intercambio exterior norteamericano y trepó a 40% en 2005. Ahora lo ha superado (49%) y lo duplicaría en 2030. El comercio bilateral ascendió a US$649.275 millones en 2014, con un déficit estadounidense de US$316.041 millones.
Las exportaciones norteamericanas a la República Popular aumentaron 542% a partir de 2001 (las ventas estadounidenses al resto del mundo crecieron 80% en este período), en tanto las empresas transnacionales (ETN) de EE. UU. radicadas allí vendieron productos por US$169.000 millones.
En los primeros 10 años de la relación comercial China/EE.UU. en el marco de la OMC, el renminbi estuvo subvaluado entre 15% y 20%; y esto, unido a la excepcional competitividad de las exportaciones de manufacturas trabajo-intensiva chinas, infligieron el creciente déficit comercial a la parte norteamericana.
Esas exportaciones trabajo-intensivas adquirieron un carácter concentrado entre 2003 y 2007, y provocaron la virtual desaparición de la industria trabajo-intensiva estadounidense, lo que implicó la pérdida de 2,6 millones de empleos, con especial impacto en los grandes estados industrializados del Medio Oeste, en todos los cuales se impuso Donald Trump.
EE. UU. creció 2,9% en el tercer trimestre de 2016, el triple que en el primer semestre (1,1% anual). Fue consecuencia de que las exportaciones aumentaron 10% anual en ese período, el mayor nivel de auge en 3 años; y más de 70% de ese incremento es atribuible al alza extraordinaria de las ventas de soja al exterior (90% a China). Sin el aumento de las exportaciones de soja, el PBI norteamericano retornaría en el cuarto trimestre al nivel depresivo de los primeros seis meses.
El objetivo del gobierno de Trump es extraer a China del marco multilateral de la OMC y colocarla en un plano de negociación bilateral. Trump pretende horizontalizar las exportaciones chinas, colocándolas en un plano exclusivamente intraindustrial de alta tecnología. Para eso, es necesario que la República Popular abra la totalidad de su estructura industrial y de servicios a las inversiones de las transnacionales estadouniden- ses. Esta meta ya se concreta. Ambos países acordaron en la Cumbre de la APEC, en 2011, liberar el comercio bilateral de alta tecnología, que superó ese año US$1 billón, y se duplicaría en 5 a 8 años.
Por esta vía, Microsoft, HewlettPackard, General Electric, Cisco, Apple, podrán invertir sin limitaciones en la industria high-tech de la República Popular, y multiplicar el stock de IED norteamericano en China (US$ 57.000 millones) de 5 a 6 veces en 10 años.
En este período, las inversiones chinas en el exterior alcanzarían a US$500.000 millones (+21,6% anual) y EE. UU. recibiría entre el 30% al 35% de ese total, lo que implica aumentar el PBI industrial norteamericano e impulsar la creación de empleo allí.
La prioridad interna de Trump es recuperar una alta tasa de crecimiento económico (4%/5% por año). Por eso, se apresta a realizar en los próximos 100 días el más drástico recorte de impuestos desde Ronald Reagan, a través de una reducción del tributo a las ganancias de 35% a 15%, y a repatriar US$ 2,1 billones que las transnacionales tienen en el exterior, previo pago de una tasa de 10% una sola vez.
El impacto geopolítico del gobierno de Donald Trump es sólo comparable por su magnitud al que provocó la caída de la Unión Soviética en 1991.
El objetivo de Trump es extraer a China del marco multilateral de la OMC y colocarla en una negociación bilateral.

Comentarios