Hay una serie de episodios que han convertido en apremiante a la actual situación político económica:
+ El Gobierno tiene un problema de caja, que trata de resolver con recursos sobre los que actualmente no tiene a su alcance. Tiene inclusive una excelente situación crediticia, por si quisiera salir a financiarse en el exterior donde aún hay crédito. Tal vez a una tasa no baja, pero tiene maneras de hacerlo.
+ Según afirman los economistas, no bajó el gasto y, lo que es peor, continúa emitiendo moneda sin respaldo a gusto y placer.
+ No sinceró la distorsión de precios y tarifas principalmente en el sistema de transporte y en el energético, que continúan altamente subsidiados y que son deficitarios.
+ El desfinanciamiento lo pagan las provincias, que no reciben lo que necesitan para pagar sus cuentas, principalmente sus sueldos, y las empresas de servicios públicos, que necesitan atender sus necesidades crecientes con menores recursos.
+ Este fenómeno se produce en un contexto de disminución del ritmo económico, de pérdida de competitividad de las exportaciones argentinas y de exigentes demandas salariales. Las circunstancias económicas, políticas y sociales tienen algunas simetrías con las del proceso de principios de la década del 70 que culminó en el Rodrigazo.
+ En materia política se perciben grietas en la aparente hegemonía política. La anunciada precandidatura presidencial del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, para el caso de que Cristina Fernandez no deseara proyectarse a una nueva reelección; el pronunciado aislamiento de la Presidenta, a quien prácticamente no se le conocen consejeros permanentes; la dispersión de votos en el forzado intento por hacer del controvertido Daniel Reposo como nuevo Procurador General de la Nación, y el sistemático recambio de equipos del viejo nestorismo por La Cámpora o por los peronistas noventistas, paradójicamente capitaneados por el SuperSecretario de Comercio Guillermo Moreno, son elementos que crispan la piel de la Ortodoxia Peronista.
+ La caída de la imagen presidencial (que cayó significativamente en el Area Metropolitana Buenos Aires a niveles similares a los de la crisis con el Campo) y la indisponibilidad de fondos para financiar a las provincias pueden ser un combustible propicio para un conflicto político. Si a eso le sumamos a un sector sindical dividido y alzado entre sí y contra el Gobierno, por un lado, y al paro nacional convocado por la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias -convergente con el convocado por los Camioneros-, por el otro, sólo hace falta un disparador para que se encienda un conflicto generalizado
+ La creciente y persisitente presencia de las cacerolas callejeras puede ser una chispa; la reunión de algunos gobernadores sin motivo aparente o, peor aún, para hacer escuchar públicamente sus quejas en materia de financiamiento, y el agudo rol de los medios más destacados en cubrir semejantes circunstancias harían el resto.+
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