La consolidación de Milei

El gobierno de Javier Milei se encamina a terminar su segundo año de gestión con una consolidación política inimaginable al momento de su asunción. El presidente argentino, que surgió de la nada política debido a su presencia mediática, ha mostrado un pragmatismo político impensable en quien siempre se mostró como un libertario intransigente. Recordemos que siempre se dijo que su campaña fue en parte solventada por el que fuera presidente de la Cámara de Diputados; luego ministro de Economía y finalmente candidato por el peronismo, Sergio Massa, para dividir el voto de la derecha. Pero que, ante el balotaje, usó el apoyo del expresidente Mauricio Macri y de la candidata presidencial del Pro, Patricia Bullrich, para vencer al propio Massa. En los primeros meses de gestión se deshizo de sus colaboradores más destacados en la campaña y los reemplazó por funcionarios de la alianza macrista aunque no como parte de una negociación sino como una cooptación.  Hace un mes ganó las eleccione...

Entre la espada y la pared

Era previsible. Los senderos se fueron angostando y quedó evidenciado que la formación K tenía un fogonero, un señalero y un maquinista que responden a un jefe, que no es Néstor. Parece que si, que el ex presidente asiente con magnanimidad cuando le son consultadas las órdenes. Lo cierto es que jamás se vio contradecir a esa tropa; nunca tuvo un sí ni un no con Hugo Moyano. Siempre Néstor tuvo la última palabra, pero no está claro que haya sido exactamente la que haya querido dar.
Hace pocos días, cuando fue el masivo acto de River -todavía no entendí si fue del peronismo bonaerense o de la CGT- hasta los menos avezados cayeron en que el caballo de troya era impulsado por los trabajadores.
"¿Es este el gobierno popular?", se preguntan los jovenes del Partido Obrero. Paradójicamente era la misma pregunta que se hacía la JP en los 70. ¿Exceso de pragmatismo? ¿cortoplacismo? ¿reacciones estentóreas? Da lo mismo. La mayor parte del Partido Justicialista desearía tener un candidato ganador, como Daniel Scioli o Carlos Reutemann, y no tener que cargar con el depreciado candidato del Gobierno. Pero parece imposible que el matrimonio presidencial dé el paso al costado y que, nuevamente en coincidencia con los procedimientos del ex presidente Carlos Menem, favorezca el triunfo de un candidato radical -muy probablemente Ricardo Alfonsín- para dar cumplimiento a esa vieja voz profética: los que me sucedieron, me redimieron.
Pero la muerte de Marcelo Ferreyra y sus derivaciones amenazan golpear en la Santa Bárbara. No hay olor ni color de desenlace fatal, pero lo cierto es que esta crisis tiene todos los condimentos para tenerlo.+)

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