En llanta


    Al igual que el bíblico Job, el Gobierno sufre una calamidad tras otra.  Casi que debería agradecerlo, porque si se juntaran dos o tres tal vez podría sucumbir.
    "Cristina me lo dio, Cristina me lo sacó", podría decir Alberto parafraseando a Job.
    Hay quienes dicen que este proceso es volitivo y que todo está organizado para distraer las miradas de los verdaderos problemas, que están en lo económico.
    Por más que el razonamiento sea válido, no parece que éste sea un gobierno en capacidad de semejante proeza.
    Lo que sucede es totalmente espontáneo y natural. Son las fuerzas desatadas de la irresponsabilidad dirigencial. ¿Qué es, sino, lo que pasó en Italia? La sociedad reaccionó contra el movimiento de la antipolítica con otro movimiento antipolítico; como cuando los chilenos votaron a Gabriel Boric pero después le negaron la reforma constitucional. Pareciera como que la gente del siglo XXI quisiera explicar a sus dirigentes: no es lo que pedimos, sino lo que necesitamos. 
    Pero la histeria febril de la disminuida partidocracia no les permite comprender qué es lo que necesita la gente y trata de conformarla tan solo con lo que pide. Desvisten un santo para vestir a otro, y de esa manera despiertan tempestades tan terribles como inexplicables.
    El "gomazo" es uno de tantos episodios de esta clase. Porque no se trata de un gremio pauperizado, ni siquiera de un sindicato trotskista ingobernable. Simplemente es un proceso en el que se mezclan numerosos factores cuya magnitud supera la capacidad de los protagonistas. No sólo del Gobierno; también de los del Sutna y de los dirigentes cegetistas, entre otros, que discuten sobre el menú mientras se escora el Titanic. Como en el juego de la oca, todos disminuyen varios casilleros. En el medio aparecen los boy scouts en la 9 de Julio con su acampe primaveral y los pseudomapuches tomando posesión del Estado meridional.
    Sólo Patricia Bullrich y Javier Milei se acomodan en las encuestas. Aparecen como respuestas claras a lo que pasa. Coinciden con amplios sectores de la sociedad en qué es lo que no quieren; Mauricio Macri también repite ese credo, pero no llega a equipararlos porque al haber gobernado carece de credibilidad para concretar sus dichos en hechos.
    La danza de los halcones, como la de la lluvia, convoca a más halcones que acaban con las palomas.
    Al igual que en aquel viejo sketch de Les Luthiers, los acontecimientos se precipitan. Falta más de un año para el término del mandato presidencial y no se alcanza a ver un caos que lo haga sucumbir antes ni una mejora sensible en el bienestar popular. Por el contrario, en el futuro inmediato solo se vislumbra un largo y doloroso calvario; ergo, en un escenario político atomizado por la falta de acuerdos sería imaginable que el oficialismo pudiera perder su lugar en el ballotage. No es cuestión de querer o no querer, esta es una hipótesis que habría que considerar para el escenario 2023. +)

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