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La Argentina tiene demasiadas experiencias de congelamiento de precios y de pauta cambiaria pisada como para que los agentes del mercado no sepan el modo de eludir -y hasta de aprovechar- esta clase de dispositivos.
La gente también se da cuenta y percibe que no hay capacidad gubernamental para revertir la situación. Tampoco la oposición se lució ante el electorado. Era previsible que, en este marco, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, diga "yo creo en los controles y en los controles de los monopolios", pero era totalmente inesperado que Horacio Rodríguez Larreta afirmara desde la oposición que “los monopolios no ayudan a bajar la inflación”.
Lo cierto es que el congelamiento puede que le sirva al oficialismo para mantener más o menos la situación por estos días -así dicen las encuestas-, pero acumulando paulatina e inevitablemente presión en la olla popular, porque la emisión continúa, el gap cambiario crece, la pobreza aumenta mientras no se vislumbra una solución para la deuda.
"Si todavía no cerramos un acuerdo es porque no nos vamos a arrodillar", se envalentonó el Presidente a horas de subirse al vuelo que lo llevará al G20 de Roma, donde ya sabe que no será recibido ni por el presidente norteamericano ni por el Papa Francisco. El Sumo Pontífice tuvo tiempo, en cambio, para reunirse hace pocos días con el periodista Nelson Castro, quien le entregó un ejemplar de su último libro. Joe Biden habló por medio de su flamante embajador, Marc Stanley, quien pidió un plan económico sustentable para poder recibir el apoyo de los Estados Unidos en el FMI; y ese organismo financiero, prácticamente al mismo tiempo, le hizo la segunda voz.
El Presidente ya tendría decidido que, luego de las elecciones, realizará una nueva tanda de cambios en el gabinete económico, que contarían con la aprobación de sus aliados. La idea sería generar algún artilugio ilusorio que permita reducir la presión antes del caluroso diciembre venidero, en el que se cumplen veinte años de la Crisis Inolvidable. Ganar tiempo e intentar enfriar el ambiente recalentado al ritmo de la Casa de la Moneda.
La invasión de piqueteros del MTR en el Ministerio de Desarrollo Social, que tuvo que ser reprimido, podría ser una lamentable postal del futuro.
Los intendentes salieron presurosos a mostrarse del lado de la gente y controlaron por su parte los precios en los almacenes de barrio, despensas y supermercados chinos, que no están incluidos en los programas del congelamiento.
Rodeado de tres inspectores se pudo ver al intendente de Esteban Echeverría, Fernando Grey, que se pintó la comisura de su boca para reducir la extensa sonrisa que no lo abandona desde el 12 de septiembre. El randazzismo de la Tercera vuelve vencido a la casita de sus viejos, como dice el tango. El presidente del PJ bonaerense no atina a cotizar el valor de su rebeldía contra Máximo Kirchner. Tanto él como el resto de sus colegas saben que la cláusula que les impide permanecer en las baronías depende más que nunca de la Justicia Independiente.+)
“Es hora de las provincias y del interior”
Del gobernador cordobés, Juan Schiaretti, en un acto de campaña en Bialet Massé
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