Quiebre


Lo que terminó de ocurrir esta semana fue el quiebre de la unidad del frente que catapultó a Alberto Fernández a la Presidencia de la Nación.

Es probable que no volvamos a ver una foto como la del acto del domingo a la noche, cuando los principales alfiles del gobierno se formaron en torno del Presidente como una barrera frente al tiro libre.

Las versiones son numerosas y varían según las fuentes, pero todas coinciden en que el cristinismo y el kirchnerismo pidieron cambios de políticas y de algunos ministros, y que Fernández entendió que ceder a los cambios era empezar una nueva etapa del Gobierno; decapitado, por no decir de un total desgobierno.

Luego de las primeras horas de incertidumbre y de señales confusas de todos lados, empezaron a llegar los apoyos del peronismo. Gobernadores, intendentes y sindicalistas, salieron al rescate del soldado Ryan. Lo que se pudo advertir públicamente no fue algo demasiado vehemente, pero tal vez hubo mensajes en favor de empezar una nueva etapa de gobierno pero sin el protectorado de la Doctora. Podría haber sido que los relegados de las listas que fueron rechazadas el domingo hayan pedido otras cabezas, que no son -al menos, solamente- las de los ministros. Porque sino es impensable que el titular del Poder Ejecutivo pudiera haber soñado con seguir adelante con un Congreso en pie de guerra.

Lo que es evidente es que Cristina Fernández de Kirchner percibió que sin cambios en el gabinete y en la política económica el resultado de noviembre podría profundizarse, con un efecto caótico para la gobernabilidad, lo que significaría para ella una derrota asegurada para 2023 y un sensiblemente aumento de la incertidumbre de la suerte familiar. Ella no podía admitirlo y reaccionó como pudo. Pero la intromisión fue tan grosera que, lo que al principio pudo haberse entendido como un clamor por un cambio de políticas, se tornó lisa y llanamente en un planteo extorsivo.

En ese momento empezaron todos a recalcular. El llamado de la Vicepresidente a Martín Guzmán para explicarle que no había pedido su renuncia es un ejemplo evidente de eso. Sergio Massa, que aparecía como el ariete de los Kirchner para intervenir el gabinete terminó ejerciendo como mediador del conflicto y hasta desautorizando a su amigo Máximo Kirchner.

Tampoco está claro qué es lo que piden los que reclaman cambios. Por decir algo, nadie cree que se pueda gobernar sin un acuerdo con el Fondo Monetario, ni que se pueda profundizar el déficit fiscal. Saben que la gente votó cansada de promesas incumplidas y que necesitará gestos elocuentes para volver a creer, y no aumentos de ingresos que se licúan en poco tiempo. Puede ser que estén pidiendo un discurso más engañoso. Lo importante es que, en plena crisis, la Vicepresidenta hacía saber a terceros que no había muchas figuras diferentes a la de Massa para encabezar el recambio, debido a su buen vínculo con los Estados Unidos y que nadie se llame a confusión respecto de lo que había que hacer con la economía.

Lo que está ahora más claro es que había un recambio ministerial decidido y que todos creían que debía realizarse luego de las generales, hasta que se presentó el inesperado fracaso de las PASO. La zozobra hizo el resto.

Parece que habrá modificaciones. Pero el Presidente ha juzgado que no pueden hacerse ahora. Eso comprometerá seguramente aún más el resultado de noviembre, lo que no parece importarle.

Pareciera también que esa renovación será liderada por Massa. El tigrense no tiene otra alternativa que aferrarse a alguna cuota de poder luego de perder en su distrito, justo cuando lo había logrado recuperar.

Los nombres están en veremos. Tanto los que ingresarían, porque podrían citar a Carlos Reutemann con eso de que vieron "cosas feas", como los que salen, porque hay relaciones que no se recompondrán fácilmente. 

Dicho sea de paso, hubo renuncias de ministros que parecía que nunca habían asumido.

El envío del presupuesto 2022 será una prueba de fuego. Sería normal que se lo apruebe. Excepto que hayan quedado heridas que no cicatricen.+)

​La frase



"La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido"

Del presidente Alberto Fernández para dar fin a la crisis ministerial, en Twitter.


​El personaje


Mons. Vicente Fernández

Cuando se desató la crisis estallaron los memes. En uno de esos aparecía un chat que era abandonado por Cristina Fernández, su hijo Máximo Kirchner, Wado de Pedro, Sergio Massa… y el Papa Francisco. Pasadas 24 horas, eso pareció hacerse realidad cuando el arzobispo de La Plata, Mons. Víctor “Tucho” Fernández, envió una severa columna de opinión al diario La Nación para que sea publicada. Se trata de una columna escueta y directa, en la que acusa al Presidente de desatender las verdaderas necesidades de la gente.

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