Pendencias


Uno de los elementos determinantes de un Estado fuerte, presente y activo es el buen estado de su Defensa, el alistamiento de sus Fuerzas Armadas y de seguridad, y el reconocimiento que éstas reciben de la sociedad. El monopolio legítimo de la fuerza es una nota distintiva del Estado moderno. 

La soberanía es la capacidad de imponer la voluntad de un Estado, el imperio de sus leyes. Los límites soberanos se cristalizan en demarcaciones territoriales pero también se pueden manifestar en la incapacidad de consagrar los derechos de sus soberanos o de mantener el orden interno. POr poner un ejemplo, no hay soberanía educativa si hay colegios, docentes y alumnos, pero no se imparte educación. 

Sería una sutileza hablar de la soberanía aplicada a la pesca, si el Estado no puede garantizar la seguridad de su población en el Conurbano o impedir el mercadeo de sustancias prohibidas en sus principales ciudades... ¿qué podemos esperar de la invasión de pesqueros de otras nacionalidades o de la asignación británica de permisos en torno a las Malvinas... o de los que pudieran ofrecer los chilenos en los mares australes? ¿Tenía sentido despreciar el ofrecimiento norteamericano del guardacostas moderno, el año pasado?

Hasta que trascendió la presentación chilena, pocos argentinos sabían que uno de los últimos actos de la gestión de Agustín Rossi como Ministro de Defensa había sido emitir la Directiva de Política de Defensa Nacional, ni mucho menos que había dedicado gran parte a la cuestión antártica. Ni tampoco que relativizaba la importancia del demorado rearme argentino debido a que caracteriza a la región como un área pacífica, lo que soslaya -como explicó Jorge García Mantel recientemente en una columna publicada en Infobae- la creciente inversión armamentística regional; especialmente las de Chile y Brasil. Además de insistir en que Sudamérica es un subcontinente de paz, lo que difiere manifiestamente con la realidad.

Si hay un mérito de nuestra Cancillería y de nuestra Defensa -a costa de algunos funcionarios probos, heroicos militares, científicos y civiles- es que la política antártica se mantuvo y ha logrado muchos éxitos en los últimos tiempos. Es una ignorada política de Estado que no se podrá sostener sin al menos poder disuasivo.

La política, lamentablemente, no valora esas proezas; al contrario, juega a dispararle al surtidor de nafta. Las pendencias a las que nos tiene acostumbrado el canciller Felipe Solá o los dislates manifiestos del propio Presidente sólo son comparables a esta presentación chilena. Sebastián Piñeyra podría responderle: "te la tenía reservada desde el año pasado, cuando presentabas las filminas comparativas de países en Olivos". Los suecos y los suizos podrían sumarse al Club de Quejosos. O los cubanos, cuya situación dijo desconocer.

En cambio, los uruguayos ya no se quejan tanto; al contrario, afirman que Alberto Fernández es -sólo después de Guillermo Moreno- su mejor Ministro de Agricultura.

El mundo del siglo XXI es un escenario hostil y hasta bélico. Requiere prudencia y abandonar las posturas petiteras y porteñistas que simpatizan al Presidente Argentino y a su Canciller. Será un mundo de bloques económicos regionales, en donde no hay lugar para desencuentros, ni mucho menos para débiles.

La Argentina, como la Alemania de la primer posguerra, tuvo que mantenerse elocuentemente pacífica y desarmada para no despertar sospechas en el Hemisferio, luego de la Guerra de Malvinas, en 1982. Pero eso sucedió durante la Guerra Fría; luego sobrevino la Pax Americana y ahora, el regreso norteamericano al aislacionismo con la horfandad que eso implica.

Es hora de volver a armarsey templar el espíritu nacional para contribuir positivamente en la región y establecer un nuevo vínculo con el mundo, tal vez haciendo eje en las potencias intermedias y manteniéndonos alejados de los grandes conflictos del globo.

En esta materia, al Gobierno habría que pedirle lo que dicen que el Toto Lorenzo rogaba a sus jugadores: "por lo menos, no metan en el arco las pelotas que se van afuera".+)

La frase


"Lo que les pido, sobre todo a quienes no comparten nuestra idea política, no es que aconsejen lo que tenemos que hacer sino que digan quién tiene razón y qué piensan del fondo de la cuestión"

Del canciller argentino, Felipe Solá

El personaje



El personaje de la semana es el presidente chileno, Sebastián Piñera, por haber hecho de la política internacional un elemento de campaña. Es evidente que la elección presidencial, prevista para el próximo 21 de noviembre, está influyendo en está reacción tardía y que sólo parece buscar el agrado de los sectores trasnadinos más nacionalistas. No puede haber otra razón para poner en juego lo más valioso que tiene la relación bilateral y la región sudamericana, que es la paz.

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