Históricamente, la columna vertebral del peronismo fue el sindicalismo; el movimiento agremiado de trabajadores. Con el deterioro social derivado de sistemáticas crisis económicas, la mitad de la población se encuentra en la pobreza; el trabajo informal aparece como la tabla de salvación.
La férrea defensa de los derechos de los trabajadores sindicalizados a la vista de los excluidos aparece como un privilegio burgués y el status de la dirigencia sindical luce como un devenido poderoso establishment.
Da la impresión de que empleo y trabajo han dejado de ser un sinónimo y empiezan a sonar como sustantivos alternativos.
El propio presidente Alberto Fernandez tuvo que anunciar ayer que los trabajadores rurales que reciben planes sociales pueden ser empleados en blanco y que eso no implicará la pérdida de los beneficios no contributivos que les correspondan, como sucedía antes, debido a que muchas veces no se consiguen trabajadores eventuales para la cosecha; a veces, la competencia de la suma de planes sociales resulta inconveniente para renunciar a ellos por un empleo permanente.
Si no, resultaría extraño que el flamante ministro de Desarrollo Social haya repetido hasta el cansancio que su gestión será peronista; es decir, trabajo digno antes que planes. El propio Andrés Larroque, su par bonaerense, lo afirmó hace prácticamente un mes: "No queremos planes, sino trabajo". Lo repite el revolucionario Francisco: "No hay mejor plan social que el trabajo".
Sino, qué necesidad tenía Facundo Moyano de marcharse del bloque justicialista. "No puede haber justicia social si hay argentinos sin trabajo o argentinos con trabajo y sin derechos".
Hay una cuestión semántica a la que habrá que prestar atención. El sindicalismo, al igual que Francisco y el movimiento cooperativo, asociativo y mutualista, hablan de una economía social -es decir, centrada en el hombre-, pero dentro del capitalismo. Los movimientos populares hablan de una "economía popular", que procura generar trabajo a los desplazados; las vulgarmente llamadas changas. Si el gobierno piensa en concentrar sus esfuerzos en esta dimensión podría decirse que saltará de la economía social a la popular, sin la escala de la reforma laboral, que permitía el ingreso de los excluidos al mercado formal.
La marcha de los movimientos sociales a Plaza de Mayo con ocasión de San Cayetano fue una manifestación clara del poder de esta nueva representación popular.
El peronismo parece haber reenfocado su target en los excluidos y buscará atenderlos. Habrá que ver si la oposición tiene claro qué ofrecer al suyo.+)
El personaje
La multitudinaria movilización popular que recorrió la ciudad e inundó Plaza de Mayo remite a este funcionario de baja jerarquía pero alta influencia, Emilio Pérsico. Su Movimiento Evita empieza a concentrar la mirada de todos. Si bien siempre ha tenido alto protagonismo, ha terminado por desplazar al copetudo Juan Grabois cuya CTEP parece ahora un poco más desdibujada.
La frase
"Como peronista que lucha por la movilidad social ascendente, voy a redoblar mi compromiso para combatir la precarización laboral en el sector privado y público".Facundo Moyano, en la carta de renuncia a la banca de diputado nacional
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