Emergentes


Las fichas electorales que se empiezan a esbozar permiten esgrimir algunos ensayos hipotéticos. Las definiciones alrededor de la baja de las candidaturas de Patricia Bullrich y Lilita Carrió fueron las primeras señales de negociación que se están tejiendo en el seno de la alianza opositora. Todo indicaría que María Eugenia Vidal sería candidata a diputada nacional en la Ciudad de Buenos Aires, el bastión PRO que comanda Rodriguez Larreta. Pero la sorpresa que acompañó la marcha atrás de Patricia Bullrich fue la afloración del ex Ministro de Economía, Ricardo López Murphy, una jugada que superó los acuerdos que mantiene el jefe de gobierno porteño para contener al radicalismo en su distrito, que comanda Enrique Nosiglia. Lopez Murphy podría ser la sorpresa de la elección en la Ciudad, porque su figura simultáneamente engloba un aspecto del conservadurismo que puede calar en el voto de los mayores en la Ciudad –que recuerdan vívidamente su candidatura a Presidente en el 2003 y su paso por el Ministerio de Economía con Fernando De la Rúa–, a la vez que su impronta liberal puede también permear en los jóvenes de los Republicanos Unidos, cuyo epicentro está en el distrito porteño. Lopez Murphy también viene a traccionar a los votantes duros de Patricia Bullrich, de quien fue aliado en aquella gesta del 2003. Esta jugada se escapó del radar de Rodriguez Larreta que había concentrado todos sus esfuerzos en limpiar el camino para la candidatura de Vidal. Ahora, incómodo, ultima los detalles para este nuevo escenario de PASO que puede poner en juego el triunfo resonante que buscaba a través de la ex Gobernadora para posicionarse de cara al 2023.

Algo parecido puede suceder en la provincia si Facundo Manes cierra filas con el Peronismo Republicano y con una facción del PRO, lo que podría convertirlo en una opción muy atractiva que se podría resumir en la fórmula: glamour y capacidad política. Esta alternativa tiene condimentos como para imponerse a la lista del PRO que encabezaría Diego Santilli, que corre en la escudería del jefe de gobierno porteño. En una reciente entrevista en el diario La Nación, un histórico dirigente de la provincia que hoy representa la tercer vía, Joaquín de la Torre, puso en palabras lo que significa este armado del PRO: “El equipo titular va a jugar el partido más fácil y el suplente va a jugar el más difícil”. Saquen sus conclusiones.

Al momento, la sorpresa en la oferta electoral de la oposición parecería ser el surgimiento de esta especie de neoradicalismo -que combina al centenario aparato partidario de capilar dispersión geográfica con figuras de alta consideración pública-, una tendencia que algunos ya empezaron a percibir desde las internas de la conducción de la UCR allá por marzo.

Del lado del oficialismo hay más hermetismo en las negociaciones, un estilo característico de la Vicepresidenta especialmente en el período de cierre de listas. La realidad es que más allá de los candidatos que lleve el oficialismo, el voto lo definirá el sello de la alianza. Pero al analizar posibles escenarios, hay dos aspectos que vale la pena tener en cuenta para la reconfiguración de la segunda parte del mandato de Alberto Fernández. Uno es que el Presidente puede querer rescatar a algunos de los “funcionarios que no funcionan”, pero que pueden andar bien de candidatos, de modo de facilitar un recambio ministerial hacia noviembre, léase Santiago Cafiero, Daniel Arroyo o Matías Kulfas. Sería la solución más elegante para una renovación de Ministros. Del mismo modo, hay que mirar con atención estos días los movimientos de Sergio Massa, que pretende colarse en esta elección, con miras a su proyecto 2023. ¿Cómo hacer para gravitar sin ser candidato ni referente territorial? El segundo aspecto a observar son las figuras que puedan emerger en el seno del Peronismo, ya sean gobernadores que arrasen en sus distritos (un Uñac en San Juan o un cordobés que pueda heredar el legado de De la Sota/Schiaretti, por mencionar algunos); figuras individuales con desempeños extraordinarios, o el caso del gobernador en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que parece ser el preferido de Cristina Fernández de Kirchner, lo que no quita que pueda terminar apoyando a Massa para asegurar el resultado para los suyos en la carrera presidencial.

Bajo esta perspectiva, tanto en la oposición como en el oficialismo la vedette de esta elección se encamina a ser la ancha avenida del medio. Esta fuerza centrípeta podría opacar a las dos puntas del espectro ideológico que representan CFK y Mauricio Macri. Un final esperanzador para los argentinos que procuran una solución pacífica y constructiva a los problemas de la Nación.

EL PERSONAJE: ALEJANDRA VUCASOVICH


La reemplazante del fallecido Senador Carlos Reutemann, la rosarina Alejandra Vucasovich, que se dispone a asumir la semana entrante como Senadora, es la figura de la semana. Amiga personal de Reutemann, a quien acompañó como senadora suplente en la lista que llevó a Miguel del Sel de candidato a gobernador, en 2015; Lole ingresó a la Cámara Alta por la minoría. Vucasovich se presta a mantener la relación de fuerzas existente en el Senado, manteniendo su banca dentro del bloque federal opositor que lidera el salteño Juan Carlos Romero, que es un aliado del interbloque de Juntos por el Cambio, con el que suman casi 30 senadores.

Vucasovich tiene un perfil interesante. Sus orígenes se remontan al peronismo santafesino en los 80 –cuando conoció a Reutemann–, aunque el tiempo reconfiguró su posición y hoy se ubica más bien en las antípodas del pensamiento que representa el gobierno nacional. Fue diputada provincial y jefa del bloque de Juntos por el Cambio en la Cámara.

Su mandato como Senadora vence en diciembre, pero sin duda su breve paso por el Senado será una vidriera funcional para la rosarina para lo que se viene.

LA FRASE



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