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Más allá del peso específico que tenga cada uno de ellos, pocos referentes de la política nacional se presentaron ayer para disputar las candidaturas a Senador y Diputado nacionales.
Las expectativas de que las elecciones de noviembre arrojen candidatos a disputar las presidenciales en 2023 no tuvieron eco en esta oportunidad.
Las tensiones ejercidas desde uno y otro lado de la grieta por Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner apenas se vieron reflejadas en algunos nombres en las nóminas, en donde el predominio fue de la moderación.
Hubo algunas definiciones para rescatar:
1) La más importante institucionalmente es que -tal como como suelen acreditar habitualmente Ignacio Zuleta y Sergio Berensztein en Clarín y La Nación, respectivamente- el sistema bipartidario argentino es mucho más previsible y sólido de lo que aparentan nuestros ruidosos y vehementes modismos latinos.
2) La unidad del peronismo capitalino y bonaerense, que supo deponer sus ansiedades. Los elementos del kirchnerismo que venían fogoneando nombres de candidatos para forzar cambios de gabinete tendrán que aguardar a otra oportunidad. La propia Vicepresidenta se mostró con sus aliados -el presidente Alberto Fernández y el diputado Sergio Massa- a fin de priorizar la gobernabilidad. Tan prolijos fueron que pudieron hacer destacar el anuncio de sus candidatos horas antes del cierre (ver foto). El propio Presidente supo capitalizar la situación poniendo nombres propios al tope de las listas. Eso no quita que quienes hayan tejido entre bambalinas la mayor parte de las nóminas hayan sido Sergio Massa, Máximo Kirchner y Eduardo "Wado" de Pedro. Aparte, hay que analizar el enfrentamiento peronista en dos provincias muy importantes: Córdoba y Santa Fe, en donde la tropa del gobernador Omar Perotti se enfrentan a la propia vicegobernadora Alejandra Rodenas.
3) La repartición del radicalismo, que recobró la autoestima y competirá con listas cuasipropias en numerosos distritos. En septiembre se sabrá si eso alcanzará para que pueda haber un proyecto presidencial rojiblanco.
Si se hace foco en los nombres que se rubricaron ayer podríamos observar no sólo que se trata mayormente de dirigentes de poco peso propio. La pérdida de la relevancia del Congreso Nacional se percibe también en que los nombres que se destacan un poco más que el resto se encuentran entre los aspirantes a la Legislatura provincial, como son los casos de Joaquín de la Torre, Martiniano Molina, el Pollo Sobrero, Fabián Perechodnik, Cristián Gribaudo, Mariano Cascallares, Daniel Menéndez y otros Intendentes, como el de Rojas, Claudio Rossi, y Arenales, Erica Revilla. En lo que a Intendentes se refiere, es destacadísimo el caso de Juanchi Zabaleta, cuya candidatura a concejal es tan antinatural que manifiesta una extraña anomalía política, y da cuenta del riesgo que le supone la interna que enfrenta con La Cámpora en su distrito, lo cual lo lleva necesariamente a inmolarse.
Por otra parte, en general, en todas las listas nacionales, son muchos más los periodistas, economistas y gente del mundo académico que los gremialistas y referentes sociales. Los referentes de las iglesias católica o evangélicas brillaron por su ausencia; en todo caso se destaca la presencia de la primer legisladora de religión musulmana, que va por su reelección: Soher El Sukariá.
Se puede seguir haciendo un análisis pormenorizado de lo sucedido anoche, pero sería comerse el amague. La presentación de listas, por primera vez en muchos recambios parlamentarios, fue un hecho político prácticamente insignificante.+)
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