El Presidente Fernández está tan abstraído y atareado por los asuntos diarios que en su última aparición pública por cadena nacional, el pasado jueves, omitió un gran acontecimiento para el pueblo argentino: la Semana de Mayo. De hecho, olvidó ponerse la Escarapela, uno de nuestros símbolos patrios. A su vez, omitió cualquier tipo de referencia a la gran gesta histórica que es para los argentinos la Revolución de Mayo. Lo hizo también manoteando el feriado de hoy, sin otra razón más que la especulación bajo los parámetros sanitarios y turísticos. Pero los argentinos, hoy más que nunca, necesitamos conmemorar nuestra historia y realzar a los próceres que construyeron nuestro país. Más aún, podríamos hacer una suerte de paralelismo entre la Revolución de Mayo y la situación que atraviesa el gobierno. En 1810 había un vacío de poder, la ausencia del Rey Fernando VII, y una pluralidad de factores que lo detentaban, entre los que se contaban comerciantes, hacendados, clero, milicia. El proceso concluyó en una junta de nueve representantes de aquella sociedad. En síntesis, la licuación del poder del Virreinato se tradujo en la Junta de Gobierno. Cualquier parecido con la Coalición Oficialista es mera coincidencia. Con respecto a la revolución -definido como cambio violento y radical en las instituciones políticas de una sociedad- podríamos decir que es el deseo de muchos de sus integrantes. Al menos, es lo que pudimos esta semana en la Cámara de Diputados en el debate de la reforma del Ministerio Público Fiscal. Pero, de cualquier manera, se trata de un fenómeno extraño, como quedó evidenciado en el conflicto alrededor de la estrategia de contención social. Los movimientos sociales corrieron al Presidente por la derecha: exigieron que deje de ampliar el esquema asistencialista y, en cambio, concentre los esfuerzos para reemplazarlo por la creación de fuentes de trabajo. Juan Grabois y Emilio Pérsico encarnaron el reclamo ante el ministro Daniel Arroyo a partir del anuncio de ampliación millonaria del presupuesto de la Tarjeta Alimentar. Y, si eso era poco, el gobierno de la Provincia también se sube al ring, en boca del Ministro Larroque, referente de La Cámpora. Pero no hay margen para convertir sus deseos en órdenes. La única verdad es la realidad.
LA FRASE
EL PERSONAJE
El Ministro de Agricultura de la Nación es el personaje para mirar en HD porque brilla por su ausencia; o más bien, porque ya está con un pie afuera del gabinete. Tiene más padrino -Gildo Insfrán- que gestión. Su desconocimiento y ausencia en la decisión que llevó al gobierno a cerrar las exportaciones de la carne confirmó, una vez más, que el efecto Losardo acecha al gabinete. Esta vez le tocó a Basterra. A pesar que el acuerdo del Presidente con el gobernador formoseño lo mantiene en el cargo, la realidad es que el desgaste que sufrió su figura no hace más que dejarlo en la cuerda floja, y que Insfrán ya trajo varios dolores de cabeza a la Casa Rosada. El Ministro no estaba siquiera enterado de la decisión tomada, a eso se debió su demora en aparecer en el Congreso de Maizar el día del anuncio de la decisión. Está claro que se abrió un profundo conflicto con el campo, que tarde o temprano, se llevará puesto al Ministro. Lo que el Gobierno no encuentra es reemplazante.+)
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