¿Qué pasará en 2025?

La Anarquía del Año XXI


Por estos días pareciera que nos acecha el clásico terremoto preelectoral. Se despertaron el dólar, la inflación y esa mala costumbre voluntarista de intentar controlar sus efectos en lugar de ir a las causas. Es de manual, y va por sectores. Esta semana le tocó de vuelta al campo; a los ganaderos, a quienes el gobierno amenazó con subir las retenciones a la carne. La Secretaria de Comercio, Paula Español, fue más allá y dijo que no le va a temblar el pulso para cerrar las exportaciones de carne. Escupió contra el viento. En el campo se sabe que el ingreso de dólares tiene un deadline, y que es en junio, cuando termina de entrar a los puertos la cosecha de soja. La campaña de soja no llegará financiar la electoral; menos aún si el gobierno se da el lujo de retrasar el calendario electoral. Sin ese flujo de divisas, las cuentas fiscales no cierran. Tampoco se llegará si esos recursos no se administran bien.

El caos se pasea impúdicamente por el interior del país. Los médicos bloquean Vaca Muerta y sitian a Neuquén, los piquetes de la UOCRA paralizan la mina Cerro Negro en Santa Cruz, y una decena de manifestantes bloquea la mina de cobre Agua Rica, en Catamarca. En este último caso, fue el presidente de la Comisión de Ambiente de la Cámara de Diputados, Leandro Grosso, del Frente de Todos, quien aseguró en Twitter que la minería no tiene licencia social para operar. El denominador común es el fuego amigo, un concepto más vigente que nunca y que afecta principalmente a los pocos aliados propios del Presidente: los gobernadores. La interna mortal que sufre el Frente de Todos manifiesta una secuencia lógica que tiene dos instancias claras y contradictorias: primero la moderación y el ensayo dialoguista, en pos de atraer inversiones y dólares, y luego, el inesperado y repentino garrote, seguido de amenazas y controles. Así hemos esbozado, en otras ediciones de este boletín, el funcionamiento de este gobierno, donde las segundas líneas desautorizan a las primeras y derrumban el castillo de naipes. No se percibe autoridad ni conducción, sólo pequeños cacicazgos. Para colmo, uno de los pocos interlocutores válidos del gabinete fallece de golpe, en un accidente vial. Ironías de la vida: el Ministro de Transporte muere en la ruta que él mismo mandó a arreglar siendo Intendente de Junín. Bajo la luz de la teoría política realista -inspirada en Nicolás Maquiavelo-, podríamos decir que al Presidente lo abandonó la fortuna. Estos cisnes negros, o hechos fortuitos que escapan a cualquier planificación o virtud, entendida en clave aristotélica, ensombrecen el panorama. La consecuencia política inmediata es la sucesión del Ministro, que definirá la cuota de poder que seguirá teniendo Sergio Massa dentro de la alianza oficialista, además de la definición del futuro de la Hidrovía, cuya licitación justamente vence este viernes.

Por otro lado, mientras se diluye la cuestión escolar en los pasillos de los Tribunales, oposición y oficialismo avanzaron esta vez en un acuerdo para postergar las elecciones. Este episodio evidencia la validez que tuvo aquella gestión de Cristian Ritondo, Mario Negri y Juan Manuel López ante los alfiles del oficialismo, que había sido inmediata -y llamativamente- desautorizada en los medios por la presidente del PRO, Patricia Bullrich, entre otros. El fondo de la cuestión es la división que subyace en la oposición, que es de tal envergadura que les llevó casi un mes cerrar todas las puntas y anunciar el debido acuerdo. El vector principal fue Patricia Bullrich. Su aval motorizó el avance del acuerdo, y condiciona de esta manera el esquema de las “palomas” del PRO. Lo corre a Horacio Rodriguez Larreta y también lo hace su discípula, María Eugenia Vidal, quien sigue intentando levantar su perfil mediático sin éxito. Se sigue mostrando con un trajín conservador, sin dar demasiadas definiciones, y parecería que no le estaría funcionando el timing que supo alguna vez tener. Es tiempo de coraje.+)

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