La educación se está convirtiendo en un factor determinante en las elecciones venideras. Música para los oídos sarmentinos. Ya no es un bien social medible sólo a largo plazo o un ítem al final de la encuesta, sino que la educación se constituyó en una de las principales preocupaciones de una gran parte de los argentinos;
es el principal efecto colateral de los últimos anuncios de Alberto y una asignatura que puede quedar pendiente para las elecciones. Ni él se imaginó que la decisión del cierre de clases presenciales en el AMBA generaría semejante respuesta social, que desde hace cuatro días también retumba en los muros de la residencia presidencial de Olivos.
Para el Jefe de Gobierno de la Ciudad fue un postre servido en bandeja de plata que, con la ayuda de los magistrados judiciales se anotó un golazo en el torneo que culmina en las elecciones generales de octubre. No obstante,
no se lució del todo en la conferencia de prensa del domingo en la que Horacio Rodriguez Larreta, ya con el fallo en mano, proclamó su triunfo;
se lo notó algo confuso, excesivamente técnico y poco asertivo. Tuvo varios errores de dicción, que no lo caracterizan. Además, tardó en aparecer en escena y dejó trascender la noticia antes de su aparición en cámaras; una extraña manera de capitalizar semejante gesta. Tampoco se expresó contra el gobierno, ni con los sindicatos docentes, a quienes tal vez quiso restar entidad debido al paro que habían anunciado en represalia de la decisión judicial. Con algo de cinismo podríamos decir que la “educación en pandemia” fue el primer capítulo de una puesta en escena protagonizada por Alberto y Horacio en donde ninguno de los dos se lució en su performance.
Esta novela dejó en segundo plano el intento de recuperar visibilidad por parte de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, la gira del ministro Martín Guzmán por Europa y
el pico inflacionario de marzo. Por el contrario, e
l que quedó algo más expuesto fue el actual gobernador Axel Kicilof, como el principal instigador de un cierre total de actividades en el AMBA con el aval de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kichner.
Si Vidal pretendía que la presentación de su libro sea un hito, a los pocos minutos de su lanzamiento, quedó relegado por los anuncios del Presidente. Eso sí, anuncios que consiguieron ocultar el dramático 4,8 por ciento de aumento en el índice que mide los precios al consumidor, que el INDEC había difundido apenas tres horas antes. Esto significa un alza del 13 por ciento para el primer trimestre del año; de continuar así, en casi dos trimestres se cumpliría la meta de inflación del 29 por ciento que el Ministerio de Economía sostiene para todo el año. Peor aún: el esquema de restricciones anunciado por Alberto tarde o temprano desarmará cualquier intento de reducción del monstruoso déficit fiscal, hijo de la pandemia, y lo profundizará aún más. De suceder así,
habrá que ver de qué se disfraza el ministro Guzmán para sostener sus planes. Otros ministros que ya deben estar disfrazados son el
tandem Trotta-Vizotti, que quedaron rigurosamente despeinados por el anuncio presidencial. El llamado “efecto Losardo” -término utilizado para reflejar la sensación de desprotección que sufren los funcionarios leales al Presidente ante las presiones de la Vicepresidenta y que costaron la salida de la ministra de Justicia- hace nuevamente estragos en la salud del gabinete nacional.
EL PERSONAJE
El Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, es señalado como
el principal instigador de los anuncios presidenciales. Acosado entre la espada pandémica y la pared de limitaciones sanitarias, salió a buscar el abrazo del oso desde el Conurbano hacia la Ciudad de Buenos Aires. El profético tsunami pasó entonces de ser una complicación sanitaria a
una tormenta política.Lo que este episodio deja de manifiesto es la creciente influencia de quien fuera llamado “el soviético” por su paso en el Ministerio de Economía en las decisiones presidenciales, lo que agrava aún más los referidos desequilibrios internos en el gabinete nacional al trasladar a ese plano los problemas de gobernabilidad de la provincia. Pareciera casi paradójico que un gobernador peronista necesite del apoyo de Cristina para gestionar y gobernar.+)
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