Un país a los golpes


El 8 de diciembre de 1971 María Estela "Isabelita" Martínez de Perón llegó a Buenos Aires para bendecir a Héctor J. Campora como representante de Perón en Buenos Aires. Deliberadamente o no, fue una nominación que abriría un proceso dolorosamente violento en la Argentina. Durante ese tiempo, las figuras de la Logia Propaganda 2 fueron protagónicas.

En las vísperas de la navidad del 75, por ejemplo, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) atacó el depósito de arsenales de Monte Chingolo. Fue duramente repelido. El combate tuvo como saldo un centenar de muertos, mayormente de terroristas.

El 9 de diciembre de 1985 un tribunal civil condenó a las Juntas Militares del llamado Proceso de Reorganización Nacional. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal estaba integrada por los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanián, Jorge Valerga Araoz, Guillermo Ledesma y Andrés J. D’Alessio. El fiscal fue Julio César Strassera con quien colaboró el fiscal adjunto Luis Gabriel Moreno Ocampo, quienes utilizaron como base probatoria el informe Nunca más realizado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). La sentencia condenó a cinco de los militares acusados y absolvió a cuatro. Videla y Massera fueron condenados a reclusión perpetua con destitución; Viola, a 17 años de prisión; Lambruschini a 8 años de prisión, y Agosti a 4 años y 6 meses de prisión; todos con destitución. Graffigna, Galtieri, Lami Dozo y Anaya fueron absueltos. 

Pero fue el 3 de diciembre de 1990 cuando se terminó para siempre esa práctica tan arraigada en la Argentina de los golpes militares. Un héroe de Malvinas, el coronel Mohamed Alí Seineldín, se levantó contra el gobierno de Carlos Menem. El presidente peronista, con determinación, decidió reprimir "a sangre y fuego" ellevantamiento, que se produjo en la sede del Ejército, el Edificio Libertador; el Regimiento de Patricios, la fábrica de Tanques Medianos de Boulogne y dependencias del Batallón de Intendencia 601 en El Palomar. El levantamiento no llegó a durar 24 horas, pero costó trece muertos. La rendición fue incondicional. Un día después llegaría a Buenos Aires el presidente norteamericano, George Bush, en un claro apoyo a la institucionalidad y al gobierno peronista.

El 29 de diciembre de 1990 el presidente Menem completa una serie de indultos conferidos principalmente a militares rebeledes "carapintadas" con el indulto a los jefes militares y terroristas de aquella lucha fraticida de los 70. El kirchnerismo invalidará más tarde estas medidas de pacificación.

Once años más tarde, el 2 de diciembre de 2001, el ministro Domingo Cavallo bajo la presidencia del doctor Fernando de la Rúa, dispuso el corralito, que fue una restricción al retiro de fondos de los bancos. La crisis se aceleró. El 13 las centrales sindicales llamaron a la huelga general. El "que se vayan todos", que se había expresadao sonoramente en las urnas hacía dos meses, se convirtió en estallido social, el 19 y el 20 de diciembre. El Presidente, sin apoyo de su partido ni de la oposición, se vio obligado a renunciar. Asumió el presidente del Senado, Ramón Puerta; luego, el de Diputados, Eduardo Caamaño; finalmente, la Asamblea Legislativa eligió a Adolfo Rodríguez Saa, quien gobernó durante cinco días. Temeroso a la traición de los gobernadores terminó renunciando. Asumió quien había competido con De la Rúa, Eduardo Duhalde. Pasaron cinco presidentes en una semana, pero el sistema no cedió a la tentación militar.

Los estallidos y saqueos se volvieron costumbre en la Argentina pauperizada. A principios de diciembre de 2010 okupas toman el Parque Indoamericano, en la Ciudad de Buenos Aires. Encabezados por la hasta entonces desconocida ministra de Desarrollo Social de la Ciudad, María Eugenia Vidal, el 7 el Parque fue desalojado por la Policía; una resistencia permaneció pero los vecinos se organizaron para terminar de echarlos del espacio público en donde disfrutaban sus familias, el 18. El 28 terminan por desocuparlo.

El 15 de diciembre de 2015 murió el capo de la Logia P-2, Licio Gelli. 

Pocos días más tarde, en las vísperas del Año Nuevo de 2016, otra clase de delincuentes protagonizarían un suceso de ribetes cinematográficos. El 27 de diciembre de 2015, los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci se fugaron de la cárcel de General Alvear. Habían sido condenados a perpetua por el triple crimen de los empresarios de la efedrina; fueron perseguidos por mil policías.+)

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