Historias que no se deben repetir

Al final parece que el gobierno tenía razón: algo de golpismo había en esa marcha: 1. De no ser así no habría una nueva convocatoria. 2. De hecho, los días posteriores a la marcha hubo más reivindicaciones a "la lucha" que condenas a la violencia. 3. Pero lo más destacado fue la aparición de Sergio Massa convocando a la unidad del campo popular y pidiendo poner límite al gobierno son el elemento más destacado. Poreque recuerdan al 2001, no sólo por la violencia sino porque Massa -como entonces Eduardo Duhalde- fue el último candidato presidencial. Pero la gran diferencia fue que aquella vez Duhalde había ganado las elecciones intermedias y que luego se haría cargo del ajuste; mientras que esta elección aún no tuvo lugar, pero el ajuste ya está realizado.

Primera víctima, el individualismo


El individualismo es la primer víctima del Covid-19.
Convengamos que si el 24 de marzo no fuera una fecha tan significativa para el kirchnerismo, ese mismo día se hubiera decretado el estado de sitio. El contexto daba y permitía al Presidente imponer el control de la situación que necesitaba. Ese mismo día Perú implantó el toque de queda.
De todos modos, no hace falta tomar una medida de esa magnitud para vivir en un estado policial.
El Estado tiene a mano muchas facultades para manejarse dentro de la excepción; la emergencia sanitaria, como la pandemia de este coronavirus, ofrece sobradas justificaciones para acudir a ellas.
Además, las nuevas tecnologías permiten vigilarnos, en todo momento y lugar.
La experiencia china en Wuhan, que fue considerada exitosa, se atribuyó a las duras medidas tomadas por Xi Xingping, que de liberal y republicano tiene poco. Cerró sus fronteras para aislarlo, impidió el más mínimo movimiento de personas, detuvo su industriosa economía.
Con ese antecedente, la opinión pública se volcó a favorecer el mayor grado de cuarentena posible. Muchos se dedicaron a perseguir y descalificar a los que tuvieron actitudes irresponsables.
Hace unos diez días hubiera sido impensable que los procedimientos policiales vigentes y la presencia militar en las calles fueran mejor vistos que las actitudes de libre albedrío de los individuos.
La sociedad, aterrada por la amenaza invisible, aceptó silenciosamente una invasión a los límites de las libertades individuales; pide orden y se cierra en sus comunidades. 
El Papa Francisco, en su bendición de hoy fue muy claro al advertir que "la tempestad deshizo las máscaras" detrás de las que se escondía la sociedad de consumo y la enfrentó con su realidad humana. "Estamos en el mismo barco", dijo, "no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta".
Atrás suyo, el Cristo del crucifijo de San Marcelo lloraba lágrimas de lluvia al ver la plaza y la Iglesia de San Pedro desiertas, en la oscura noche romana.+)



Mientras empezaba a escribir esta columna, se escuchaba una extraña alarma de fondo y cada tanto aparecía un megáfono explicando las medidas de reclusión tomadas por el Gobierno. Pero las campanas de la vecina Abadía de Santa Escolástica nunca dejaron de sonar.

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