Recalculando

Donald Trump está empezando a mostrar quién es y a qué juega.
Tal como refieren los que lo conocen, tomó conocimiento en forma directa de la política exterior de su país y empezó a adecuar sus propuestas a un nuevo diagnóstico, corregido respecto de sus supuestos básicos previo a la asunción al poder.
El 4 de abril echó a su consejero de seguridad. Se lo entregó a sus enemigos del Pentágono, a quienes dio libertad de acción en el terreno bélico.
Al día siguiente, el 5, los sirios realizaron un ataque químico contra la población civil opositora al régimen de Al Assad. El monarca se excusó y acusó a sus propios opositores.
Al día siguiente, mientras se reunía con el líder chino, Xi Xinping, 59 misiles tomahawk bombardearon la base aérea desde donde presuntamente se había lanzado el ataque sirio. Es imposible pensar que no lo ejecutó previa consulta a su par asiático.
La reacción rusa no tardó en escucharse. Pero ni los Estados Unidos ni los aliados europeos le hicieron caso.
Vladimir Putin pataleó y amenazó, mientras Israel festejaba.
Pero que nadie se llame a engaño.
Por ahora, lo único que hizo fue marcarle la cancha a Rusia y aplicar un correctivo al off side de Siria. Para que nadie se lo tome en broma. Y ya que estaba, le pasó la mano por el lomo a Israel.
Pero hay otro elemento clave: ha corregido su mirada inicial. Su aliado según parece que ya no serán los rusos sino los chinos, cuya cumbre fue muy bien ponderada por el magnate; comprometió visitar Biejing antes de fin de año y se manifestó muy satisfecho por el encuentro, al que calificó como la mejor reunión diplomática hasta el momento.
Como diría la gallega: "recalculando".+)

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