Dio para más

La elección de ayer era naturalmente una elección que venia a terminar con un ciclo político, aún cuando triunfara el oficialismo.
La mentada renovación fue auspiciada por un deseo de cambio. El éxito del PRO y de sus aliados radicales en numerosos distritos, algunos impensados, abonan la necesidad popular de un cambio de sistema político y electoral.
El cansancio producido por las cadenas nacionales, el soberbio desparpajo de la apariciones públicas del candidato a gobernador del kirchnerismo acusado en los medios por su cercanía con el narco y la desencajada expresión en el rostro del candidato oficialista a la Presidencia, habrían sido los ingredientes que colmaron la paciencia del electorado.
El buen desempeño del Frente para la Victoria en las PASO señalan que la gente no estaba cansada del modelo, ni del partido, ni le disgustaba el candidato. Un poco de moderación por parte de Aníbal Fernández y de mayor concordia entre los exponentes del justicialismo hubiese bastado para, aunque más no sea, mantener la performance. Pero el miedo movilizó a los tibios.
Ahora que la gente cruzó el límite de cambiar, especialmente en un ámbito tan conservador como la provincia de Buenos Aires, difícilmente vuelva atrás.
Una rápida lectura de los resultados permite observar que, de los dos millones de votos que sumó Mauricio Macri, la mitad proviene de la provincia de Buenos Aires, y el resto de una mejor peformance en los principales distritos, en donde había realizado una elección deficiente en las PASO.
Además, hubo 1,3 millón de electores más que parecen haber engrosado su volumen electoral, ya que fue el único candidato que sumó tanto; Sergio Massa obtuvo 700 mil más, y Daniel Scioli, sólo 200 mil.
Parecería ser que lo que empezó siendo una natural fiesta republicana terminó en una revolución.+)

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