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Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos y Competencias, ingresó minutos antes de las 11.30 al juzgado del Distrito Este de Manhattan y se presentó ante el juez de Nueva York, Raymond Dearie, pero no abrió la boca sobre el escándalo de corrupción de la FIFA por el que la Justicia de Estados Unidos lo acusa por conspiración, lavado de dinero y corrupción. Fue una formalidad. La información significativa la viene entregando Burzaco en las reuniones reservadas que viene teniendo con el juez hace dos semanas.
Ayer, el empresario argentino fue el único acusado presente y no emitió una sola palabra en los 18 minutos de la audiencia. El encargado de llevar las riendas de su defensa fue su abogado norteamericano, Sean Casey. Burzaco parecía cansado y nervioso. Se lo percibía incómodo e inquieto en el banquillo de los acusados. Tras unos minutos ubicó sus codos sobre la mesa y puso sus manos frente a su cara, como si estuviera rezando. Luego, con el ingreso del juez a la sala se sentó de forma recta y prestó atención a sus palabras.
De la audiencia también participaron ocho integrantes de la fiscalía que investiga el caso, a cargo de Evan Norris.
Burzaco no entregó apellidos rutilantes del fútbol tal como se esperaba. La audiencia sólo informó a los acusados sobre el estado de la investigación en la que el gobierno de Estados Unidos tiene en la mira a 14 dirigentes y ejecutivos de marketing deportivo, entre los que se encuentran otros dos argentinos, Hugo y Mariano Jinkis, propietarios de la empresa Full Play S.A. En la sala se ubicaron unas diez personas, entre las que posiblemente se encontraban familiares de los acusados, ya que además de Burzaco, a la audiencia debía presentarse Aeron Davidson, presidente de Traffic Sport USA, acusado de pagar coimas. Pero no asistió y fue representado por dos abogados.
Preguntas. El abogado de Burzaco respondió ante la consulta de Dearie sobre las cuentas en el extranjero del empresario argentino y aseguró que “están revisando registros bancarios y distintos documentos vinculados a activos”. Tal como reveló PERFIL, el empresario argentino tiene congeladas cuentas en el extranjero por más de 150 millones de dólares. La Justicia quiere conocer el origen de esos fondos y si el dinero se obtuvo a cambio de los negocios en el fútbol.
Toma y daca. Ayer, Burzaco no entregó nombres, porque en realidad el intercambio de información comenzó hace semanas. El empresario argentino ya fue citado silenciosamente por el juez Dearie en varias oportunidades. La Justicia de los Estados Unidos quiere conocer los detalles del armado del negocio a través del cual el empresario obtuvo los derechos de televisación de la Copa América. La Justicia cree que Burzaco pagó coimas millonarias para transmitir los partidos de las selecciones sudamericanas.
Los apellidos que Burzaco habría entregado mantienen en vilo al mundo del fútbol y la lista estaría integrada por Juan Angel Napout, actual presidente de la Conmebol, José Luis Meiszner, secretario general, y Ricardo Teixeira, ex integrante del Comité Ejecutivo de la FIFA. Aunque no se descartan apellidos vinculados al fútbol argentino. Hasta ahora, Burzaco no conoció las pruebas en su contra.
Sus abogados en Argentina y Estados Unidos se manejan con gran hermetismo. En diálogos telefónicos, sus propios letrados lo llaman “el señor”, y nunca se refieren a él con su nombre.
Norris le solicitó al juez esperar hasta el 18 de noviembre para continuar con la investigación. Se cree que para esa fecha podrían completarse varios de los procesos de extradición de otros apuntados. Hasta ahora, sólo tres de los acusados atraviesan el proceso judicial en Nueva York.
Burzaco se retiró en silencio y, frente a la prensa, se limitó a mover la cabeza para indicar que no quería hablar. Caminó lentamente acompañado por sus abogados y un hombre corpulento que parecía ser su guardaespaldas. En la esquina lo aguardaba una camioneta negra que lo llevó hasta el edificio que alquiló en la Gran Manzana. Por estos días camina las calles de Nueva York con un tobillera electrónica a través de la cual es monitoreado. En las próximas semanas buscará mejorar su situación a cambio de nombres.
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