Fase final para la negociación del G5+1 con Irán

Kerry y Zarif inician la fase final de las negociaciones nucleares
Los jefes de las agencias de energía de Irán y EEUU se unen por primera vez a las deliberaciones en Ginebra
ÁNGELES ESPINOSA. Dubái 22 FEB 2015, elpais.es

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, se han reunido en Ginebra este domingo y volverán a hacerlo mañana lunes, a cinco semanas de que concluya el plazo que se fijaron para alcanzar un acuerdo nuclear. Ambos intentan dar impulso político a las negociaciones técnicas que sus equipos llevan a cabo desde el pasado viernes y a las que se han unido, por primera vez, los responsables de las respectivas agencias de energía. Pero detrás de las sonrisas que los dos jefes negociadores exhiben ante la prensa, las diferencias son aún grandes.

“Los segundos han tenido buenos debates, pero no se ha alcanzado ningún avance concreto”, ha declarado Zarif esta mañana a su llegada a esa ciudad suiza.

“Aún hay importantes lagunas, queda camino por recorrer”, manifestó por su parte Kerry la víspera en Londres, tras entrevistarse con el jefe del Foreign Office, Philip Hammond. Esa escala en la capital británica retrasó varias horas su llegada a Ginebra.

La participación ahora del jefe de la Agencia de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi, y del secretario norteamericano de Energía, Ernest Moniz, ha despertado expectativas sobre la inminencia de un acuerdo. “No sacaría ninguna conclusión”, ha advertido Kerry tras atribuir su presencia a la naturaleza “muy técnica” de las deliberaciones. Además de sus cargos, Salehi es ingeniero nuclear y Moniz es físico nuclear. Ambos han mantenido tres reuniones durante el día de hoy.

El objetivo de las negociaciones, formalmente entre las grandes potencias (EEUU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) e Irán, es alcanzar un acuerdo que permita a este país el desarrollo de un programa nuclear civil, pero no dotarse de armas nucleares, como EEUU y sus aliados sospechan que era su intención. A cambio de aceptar esos límites, Teherán obtendrá el levantamiento de las graves sanciones económicas y financieras con las que la comunidad internacional viene castigando su desafío y que lastran su desarrollo.

El ritmo de las conversaciones técnicas se ha acelerado en los últimos meses, con múltiples reuniones entre los equipos de Irán y EEUU. También Zarif y Kerry se han entrevistado varias veces desde principios de año en distintas capitales europeas para impulsar los aspectos políticos. Algunos analistas, como Laura Rozen, aseguran que “se hicieron progresos en los encuentros que mantuvieron en Munich entre el 6 y el 8 de febrero”.

Al parecer, se habría logrado un acercamiento de posturas sobre la capacidad de enriquecimiento de uranio que Irán podrá mantener, entre otros puntos en disputa. Ese proceso, que tanto sirve para fabricar combustible para una central nuclear como material fisible para un arma atómica, constituye el eje central del debate. EEUU ha presentado a los negociadores iraníes varias posibilidades para alcanzar una capacidad de enriquecimiento aceptable (para Washington, que haga imposible fabricar una bomba en menos de un año).

El equipo estadounidense espera que Teherán dé su acuerdo a una de esas propuestas. Los negociadores iraníes, por su parte, insisten sobre el ritmo de levantamiento de las sanciones. Mientras EEUU propone plazos que permitan verificar el cumplimiento del acuerdo, ellos aspiran a liberarse de un castigo que siempre han considerado inmerecido.

El tiempo apremia. Ambas partes pactaron el pasado noviembre sobre un calendario en dos fases para alcanzar un acuerdo político antes del 31 de marzo y luego ultimar los detalles técnicos para el 1 de julio. Sin embargo, en las últimas semanas, Teherán ha insistido en un pacto global que incluya todos los aspectos.

“No habrá ningún otro acuerdo antes de que se alcance uno completo”, ha manifestado Zarif haciéndose eco del deseo expresado por el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que tiene la última palabra en todos los asuntos de seguridad nacional y política exterior.

Tampoco Estados Unidos está dispuesto a alargar eternamente el proceso que se inició en noviembre de 2013 y que ya se ha ampliado en dos ocasiones.

“El presidente [Barack] Obama no tiene ninguna intención de extender estas negociaciones más allá de la fecha fijada”, ha señalado Kerry, convencido de que el mandatario estaría “dispuesto a parar las conversaciones” si tiene la impresión de que Teherán no está preparado para un compromiso.

Además, las presiones internas azuzan a ambos gobiernos. Los conservadores iraníes temen que sus rivales políticos se beneficien del previsible auge económico y la apertura social que traería el acuerdo. Los neocon estadounidenses, alentados por sus relaciones con Israel, intentan boicotearlo con nuevas sanciones.

Europa debe aprovechar la ocasión
Por Michel Rocard, para elpais.es

En la negociación sobre el tema nuclear iraní se acerca el momento en que habrá que elegir. Según el calendario pactado, el marco político del acuerdo debe definirse en breve, de manera que se pueda cerrar el acuerdo global antes de que finalice junio.

Las señales que llegan desde Ginebra son discordantes. En Irán, los enemigos del acuerdo son muchos y poderosos. Los más conservadores acusan al presidente Rohaní de haber cedido demasiado, al aceptar la congelación del programa nuclear sin haber logrado casi nada a cambio. Pero también en los otros países que negocian, empezando por el Congreso de EE UU, la hostilidad es amplia, a menudo solo por razones de política interior. Ha llegado el momento de trabajar para que estas tendencias no prevalezcan.

Más allá de los aspectos más técnicos, algunos de los cuales han adquirido un relieve más simbólico que real, para quienes detentan responsabilidades políticas se trata de asegurar un contexto que favorezca un acuerdo satisfactorio para todos.

Para nosotros los europeos, es necesario tener bien claro que la negociación con Teherán es demasiado importante para fracasar. Una reconciliación con Irán tendría un gran relieve estratégico, tanto bajo el aspecto geopolítico como desde el punto de vista económico. El primer escenario es el de las crisis regionales. No es realista pensar en derrotar la amenaza global del Estado Islámico y de los demás grupos terroristas, sin contar con la colaboración iraní, y resolver las dramáticas crisis que ensangrientan Siria e Irak. Lo mismo ocurre con Afganistán, donde el repliegue occidental tiene el riesgo de dejarlo a merced de los talibanes. E incluso en Israel, más allá de las posturas oficiales, saben muy bien que un Irán marginado de la comunidad internacional es de lo más peligroso.

Luego están las cuestiones económicas. El aislamiento occidental y las sanciones han orientado los flujos comerciales iraníes hacia Rusia y, más recientemente, hacia China. Nosotros hemos perdido un mercado relevante para nuestras empresas. Más delicada aún es la cuestión energética, que sobrepasa el ámbito estrictamente económico. La gravísima crisis en las relaciones con Rusia y la incertidumbre de la situación en el Norte de África ponen a Europa frente a encrucijadas determinantes para su futuro. También desde esa perspectiva Teherán puede ser un socio importante, permitiendo diversificar las fuentes de recursos y aumentar nuestro poder contractual cara a los proveedores tradicionales.

Todo esto no supone olvidarse de los derechos humanos o cerrar los ojos ante lo que está ocurriendo en Irán. La apertura de Teherán a las relaciones con Occidente no podrá más que favorecer el proceso de reformas internas que, aún con muchas dificultades, ha sido emprendido. Seguramente haría que muchas coartadas del régimen iraní quedaran en nada.

Europa tiene una gran responsabilidad en este dossier. Tiene que poner de su parte para favorecer el regreso de Irán a las relaciones internacionales estables y pacíficas. Y así aprovecharía una gran ocasión: dar fe de la fuerza de una política exterior realmente común, que opere en favor de la paz y la distensión a nivel global.

Michel Rocard es ex primer ministro de Francia. Firman también este artículo Enrique Barón Crespo, presidente emérito del Parlamento Europeo; Elmar Brok, presidente de la Comisión de Exteriores del Parlamento Europeo, y Pier Ferdinando Casini, presidente de la Comisión de Exteriores del Senado de Italia.

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