Después de 34 días de ausencia pública,Cristina Kirchner volvió ayer al escenario político con un plan para la inclusión social de los jóvenes que ni estudian ni trabajan. En línea con la estrategia de guardarse para los anuncios positivos, eludió toda mención a la devaluación de ayer (la mayor desde 2002), la caída de reservas y la inflación, e intentó desterrar las dudas respecto de su salud.
"Creo que lo que quieren hacer es asustar a la sociedad", se quejó la Presidenta durante un duro discurso de media hora por cadena nacional, en referencia a las especulaciones por su larga ausencia. Al salir al cruce de esos rumores, confirmó que mañana viajará a Cuba, tal como estaba previsto.
El acto tuvo lugar en el Salón Mujeres del Bicentenario, que quedó chico. Asistieron todas las principales figuras del Gobierno y del kirchnerismo en el Congreso, pero llamó la atención la ausencia de gobernadores.
Una vez más, los pasillos y patios de la Casa Rosada se colmaron de militantes para aclamar el regreso de la Presidenta, que usó un vestido blanco con flores negras. Después de hablar en el acto volvió a hacerlo desde dos balcones internos, a distintos grupos de militantes, en un estilo entre eufórico y descontracturado.
En una frase altamente polémica, sostuvo: "Yo leía esta mañana en los diarios y decían: «reaparece Cristina». Hebe [de Bonafini], Estela [Carlotto], ¿qué es lo contrario de reaparece? Desaparece. Creo que hay en el fondo, como lo llaman los psicólogos, algo subliminal, un acto fallido. Algunos, no todos, están muy vinculados con esto de las desapariciones como método para lo que no les gusta".
Tal como dejaban trascender en el Gobierno, Cristina decidió como estrategia correrse públicamente del día a día de los problemas de la gestión y mostrarse sólo para los grandes anuncios.
Ayer, efectivamente, reestrenó esa impronta con la creación del plan Progresar para la contención de los llamados "ni-ni", jóvenes que ni estudian ni trabajan.
El programa dará 600 pesos mensuales a aquellos chicos de entre 18 y 24 años para incentivarlos a estudiar. Deberán, a cambio, presentar certificado de alumno regular de escuelas públicas y chequeo médico anual para poder cobrar el valor pleno de la ayuda estatal. Como sucede con la asignación por hijo, con este programa el Estado retendrá un 20% de los $ 600 para que los jóvenes cumplan con los requisitos.
La gran diferencia con otras ayudas estatales es que esta vez quien lo financiará será el Tesoro nacional y no la Anses, como sucede con el resto de los programas. "Quiero que quede muy claro para evitar el titular de mañana que lo hacemos con plata de los jubilados, como si los jóvenes no fueran parte del país", argumentó.
Según los datos que mostró la Presidenta, el universo de chicos que quedarán incluidos será de 1.555.817 y dijo que en esa franja de menores recursos es donde se detectó la mayor desocupación del total de desempleo. Se beneficiarán quienes, en caso de trabajar, lo hagan en la economía informal o cobren un sueldo por debajo del salario mínimo, vital y móvil.
El impacto económico para las complicadas arcas estatales no es menor: serán 11.202 millones de pesos, según la estimación que realizó la Anses, que a pesar de que no pagará, será la que organice la inscripción y puesta en marcha del plan. En paralelo, el Ministerio de Trabajo instrumentará cursos de capacitación laboral, otro de los requisitos del programa.
HIJOS DEL NEOLIBERALISMO
"Estos chicos son los hijos del neoliberalismo. Son los hijos de padres que no tenían trabajo, no les inculcaron la cultura del trabajo y necesitan la presencia del Estado", argumentó la Presidenta.
En primera fila escuchaba el titular de la CGT cercana a la Casa Rosada, Antonio Caló, a quien Cristina le pidió colaboración y le prometió una futura reunión. La señal se da en medio del creciente malestar sindical por la falta de un mensaje claro respecto de la inflación y las paritarias por parte del Gobierno.
"Yo sola no puedo", descargó la Presidenta y pidió colaboración tanto a los partidos políticos, los movimientos sociales, los gremios y los representantes de los distintos credos que ayer ocuparon las sillas más cercanas al atril presidencial.
En defensa de la militancia, que ayer le regaló una Casa Rosada repleta, Cristina criticó la agresión a integrantes de la agrupación La Cámpora en San Isidro y con ironía se preguntó: "¿Para eso quería la policía comunal?", en clara alusión al Frente Renovador de Sergio Massa. "El que hable de futuro y les pegue a los jóvenes y los rechace en la política, los estigmatice, como suelo escucharlo a diario, es un cínico y un mentiroso", asestó, sin identificar el destinatario de las críticas.
Con el estilo de siempre, apelando a la ironía, repasó los temas de la agenda mediática, aunque sin reparar en el dólar o la inflación. Tuvo su tiempo incluso para defender las estampillas que diseñó el Correo Argentino bajo el nombre de la "Década ganada", que había despertado críticas del director de cine Juan José Campanela. "Hoy leía a algunos que estaban enojados por las estampillitas hermosas. No las había visto y dije: ¿Habrán puesto alguna foto con la cara mía, de Néstor o de Máximo o de Florencia o de alguno de La Cámpora?", se preguntó. Sobre el final, Cristina defendió el conflicto como un requisito natural en una sociedad. "El que les venda un proyecto de país donde no hay conflicto les está mintiendo. Eso no es realidad", apuntó y pidió dejar "un poquito atrás" las diferencias.
Cada vez que pudo volvió sobre las especulaciones en torno a su ausencia y hasta se rió del uso de la cadena nacional. "Recuerdo cuando publicaban encuestas donde decían que la gente cambiaba de canal, no quería escucharme hablar, bajaba el rating, y ahora, las encuestas son al revés, la mayoría de la gente quiere que hable". Y se despidió con un clásico de su discurso: "O mentían antes o mentían ahora. No, mienten siempre".
Del editor: qué significa. La aversión de la Presidenta a hablar de los problemas de la economía y la decisión de sólo dar buenas noticias quedaron en evidencia ayer una vez más.
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