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Cálida tarde en Buenos Aires |
Una máxima maquiavélica recomienda que las malas noticias deben comunicarse todas juntas y al mismo tioempo, mientras que las buenas deben dosificarse para lograr un mayor efecto anímico sobre la variable temporal.
Tal como venimos señalando en las últimas semanas, el triunfo de Mauricio Macri en la Capital debe verse como un anuncio positivo para la oposición. Así fue utilizado. En el último post sugeríamos que la maniobra inteligente para el Gobierno Nacional, en caso de que el resultado fuera muy abultado, sería bajarse de inmediato del ballotaje de modo de disminuir el "efecto paliza" al que se podría ver sometido en las próximas semanas. Justo antes de la elección primaria.
Sin embargo, el oficialismo tomó un poco de la pócima del Indek y, de alguna manera, negó el resultado. Para colmo, haciendo voces con Fito Paez corearon maldiciones contra las mayorías. Si la diferencia era grande ahora parecieran querer ampliarla. Hace un par de días, Isonomía había proyectado 65,7 contra 37,3 para el ballotaje.
Hablando de cifras, debemos reconocer que la oposición acertó al hacer foco en lo que denominó "el desvelo del falso mito de la invencibilidad de Cristina", porque este sofisma se nutrió de encuestas cuya autoría extrañamente mucha gente no se cuestionó. Este blog venía guardando encuestas comparadas para poder hacer una autopsia sociológica, pero el mismo lunes 11 de julio se nos adelantó Leonardo Nicosia en Perfil y, honorablemente, lo siguió Raúl Kollmann en Página 12 al día siguiente. Hoy escribe un interesante editorial sobre el particular el diario La Nación, en el que bendice y condena a unos y a otros encuestadores en función de sus últimas proyecciones.
En la nota de Perfil hay un cuadro que permite analizar perfectamente el fenómeno: bajar a Pino Solanas y a Macri y subir a Filmus fue la mecánica empleada por el pool de lenguaraces. Hay unos cuántos que no nos sorprendieron, porque vienen ofreciendo resultados erróneos desde hace mucho tiempo, pero hay encuestadoras que se han desmoronado últimamente; es el caso de Aresco, de Julio Aurelio, que supo tener un enorme prestigio de seriedad.
Lo complicado del deshielo de estas construcciones dialécticas es que, además de desestructurar el discurso exitista, dejan de manifiesto la necesidad de la mentira. Atención: el fracaso no tiene herederos, ni amigos.
A favor del Gobierno se puede decir que esta victoria tampoco tiene claros acreedores en el orden nacional. Ideológicamente, los triunfos de Macri y Juan Manuel de la Sota, como el acomodamiento de Miguel del Sel, en Capital, Córdoba y Santa fe, respectivamente, deberían favorecer a Eduardo Duhalde. Pero tanto Macri como Francisco de Narvaez, anque el propio Duhalde, saben que el techo de Ricardo Alfonsín es más alto que el de Duhalde. Un empate entre Duhalde y Alfonsín complicaría la suerte de una oposición naturalmente dispersa, ya que Alfonsín podría plantear una mejor pelea a Cristina Fernández que Duhalde. Para colmo, Macri no ha ofrendado generosamente su éxito a nadie.
No obstante, hay unos cuantos agentes de la destrucción que andan detrás de quitarle votos al oficialismo nacional: Sergio Schocklender, los obreros de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y los excluidos de las listas del kirchnerismo. Esto sin contar las multitudes de obreros y empresarios de la obra pública que desde hace meses que, como las Madres, no cobran por sus trabajos.+)
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