En San Isidro, ni Posse ni Lanús

Todavía hay mucha gente que no sabe que hay que votar dos veces en la provincia de Buenos Aires. La primera, el próximo 7 de septiembre, se votan candidatos provinciales y municipales y en la segunda, el 26 de octubre, los nacionales.  Esta división perjudica a aquellos que colgaban todas sus votaciones de una sola boleta, pero favorece a aquellos que piensan y analizan cada voto, segmento por segmento. Lo mismo pasa a nivel nacional, en donde las dos fuerzas mayoritarias buscan polarizar la elección y plantearla en términos presidenciales. Pero lo cierto es que la elección es parlamentaria y lo único que se eligen son aquellos que hacen leyes y controlan al Poder Ejecutivo y la Justicia. Por lo tanto, muy lejos de convenir votar a el simplista buenos contra malos, lo mejor es votar aquellos que no tienen compromiso con nadie. Nuestra sugerencia es votar el 7 de septiembre las listas de Potencia que son republicanas y van a apoyar al gobierno nacional en las cosas positivas, pero v...

Al centro

Amanecer campero, en la ruta ocho
Tal vez Ricardo Alfonsín no sea Ricardito, ni mucho menos lo que nos han querido pintar los medios o concretamente aquellos que lo han tratado. De Daniel Scioli se dijeron cosas muy parecidas, y aún las sostienen los que lo tratan políticamente; pero a Scioli no le ha ido mal en términos electorales. Ese, y no otro, debe ser el foco de los próximos meses.
Alfonsín es un dirigente moderado, que contrasta claramente con el estilo gubernamental. No se diferencia mucho con los postulados oficiales que hoy son bendecidos por la opinión pública, sino del estilo confrontativo del kirchnerismo.
A diferencia de Scioli, se lo ve operando sus propias alianzas y relaciones.  Además, tiene ideas -anticuadas o no- y se apoya en ellas y en sus principios para realizar su acción política. Pero no se sofoca con ellas. Al contrario, como abanderado de la progresía se permite acordar con Francisco de Narvaez, elector clave del 23 de octubre, y de pulsear con el gobernador Hermes Binner. En esta disputa, aparece como un conciliador, un sujeto de consensos. Binner, desconocido por el gran público, quedó como atrapado por un ideologismo opuesto al clamor de unidad que se percibe en la gente que no se siente representada por el Gobierno.
Para aquellos que temen a la hiperinflación -karma que heredó de su padre, como Keiko Fujimori eln autoritarismo que le legó el suyo- manifestó su deseo de nombrar a Alfonso Prat Gay como ministro de Economìa. La Coalición Cívica puso el grito en el cielo, pero el aludido cayó prudentemente. ¿Un guiño para Lilita Carrio, con miras al ballotage?
Para las internas del 14 de agosto ya habrán pasado las elecciones de Capital, Santa fe y Córdoba, y Alfonsín no tendrá que pensar en Binner o Del Sel, Mauricio Macri o Pino Solanas, ni en Luis Juez u Oscar Aguad, y podrá dedicarse de lleno a las primarias abiertas y simultáneas y, a partir de allí, sumergirse en las nacionales.
Extrañamente, en un radical, parece deseoso de acceder al poder.+)

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