Historias que no se deben repetir

Al final parece que el gobierno tenía razón: algo de golpismo había en esa marcha: 1. De no ser así no habría una nueva convocatoria. 2. De hecho, los días posteriores a la marcha hubo más reivindicaciones a "la lucha" que condenas a la violencia. 3. Pero lo más destacado fue la aparición de Sergio Massa convocando a la unidad del campo popular y pidiendo poner límite al gobierno son el elemento más destacado. Poreque recuerdan al 2001, no sólo por la violencia sino porque Massa -como entonces Eduardo Duhalde- fue el último candidato presidencial. Pero la gran diferencia fue que aquella vez Duhalde había ganado las elecciones intermedias y que luego se haría cargo del ajuste; mientras que esta elección aún no tuvo lugar, pero el ajuste ya está realizado.

Al centro

Amanecer campero, en la ruta ocho
Tal vez Ricardo Alfonsín no sea Ricardito, ni mucho menos lo que nos han querido pintar los medios o concretamente aquellos que lo han tratado. De Daniel Scioli se dijeron cosas muy parecidas, y aún las sostienen los que lo tratan políticamente; pero a Scioli no le ha ido mal en términos electorales. Ese, y no otro, debe ser el foco de los próximos meses.
Alfonsín es un dirigente moderado, que contrasta claramente con el estilo gubernamental. No se diferencia mucho con los postulados oficiales que hoy son bendecidos por la opinión pública, sino del estilo confrontativo del kirchnerismo.
A diferencia de Scioli, se lo ve operando sus propias alianzas y relaciones.  Además, tiene ideas -anticuadas o no- y se apoya en ellas y en sus principios para realizar su acción política. Pero no se sofoca con ellas. Al contrario, como abanderado de la progresía se permite acordar con Francisco de Narvaez, elector clave del 23 de octubre, y de pulsear con el gobernador Hermes Binner. En esta disputa, aparece como un conciliador, un sujeto de consensos. Binner, desconocido por el gran público, quedó como atrapado por un ideologismo opuesto al clamor de unidad que se percibe en la gente que no se siente representada por el Gobierno.
Para aquellos que temen a la hiperinflación -karma que heredó de su padre, como Keiko Fujimori eln autoritarismo que le legó el suyo- manifestó su deseo de nombrar a Alfonso Prat Gay como ministro de Economìa. La Coalición Cívica puso el grito en el cielo, pero el aludido cayó prudentemente. ¿Un guiño para Lilita Carrio, con miras al ballotage?
Para las internas del 14 de agosto ya habrán pasado las elecciones de Capital, Santa fe y Córdoba, y Alfonsín no tendrá que pensar en Binner o Del Sel, Mauricio Macri o Pino Solanas, ni en Luis Juez u Oscar Aguad, y podrá dedicarse de lleno a las primarias abiertas y simultáneas y, a partir de allí, sumergirse en las nacionales.
Extrañamente, en un radical, parece deseoso de acceder al poder.+)

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