Este era el diciembre que esperábamos. Mucho ruido institucional y puja política. El kirchnerismo tratando de retener el poder que la oposición le arrebató en las urnas en junio y aquella, caminando lentamente hacia 2011.
La oposición que se siente ganadora -básicamente, el panradicalismo- no quiere hacer olas. Procura garantizar los resortes que le aseguren ese tránsito hacia el éxito, nomás.
El macrismo podría estar en el mismo camino, pero el Gobierno se ocupa de debilitarlo. Con éxito hasta ahora.
El peronismo disidente sabe que tiene que hacer muchos méritos para ser elegido, tras tan intensa experiencia justicialista, y sortear muchas disputas intestinas. Este sector es el que puede dar más dolores de cabeza al oficialismo. Porque puede resultar igualmente movedizo y dañino.
Alerta, Néstor Kirchner no para de operar. Cada vez que se asoma un inconveniente, sube la apuesta. Es lo mismo que viene haciendo desde hace muchos años. Hasta hace poco le servía; hoy le provoca una merma inmensa en su caudal de poder.
Este es el único imponderable para este verano: que queriendo evitar que la oposición consolide un poder que inmovilice la marcha gubernamental, genere un cortocircuito que se cobre una megavíctima.
No hay motivo para pensar que esto pudiera suceder excepto que el Hombre, en la soledad de Olivos, reaccione destempladamente o provoque un hecho que no tenga marcha atrás. El factor K, que es básicamente la sorpresa, podría terminar siendo un boomerang.+)
Esta columna se toma un descanso estival. ¡Felíz Navidad!
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