Falta poco más de un mes para que asuman los legisladores elegidos el 28 de junio.
El Gobierno, a contra pelo de la buena práctica institucional, aceleró todas las leyes pendientes que pudo con la antigua relación de fuerzas e impuso un nuevo marco legal vacío de legitimidad política. Ahora encara un esquema de reforma electoral para lograr imponerse como el candidato del peronismo, más allá de lo que sus compañeros piensan: que está muerto.
En sus años de administración, el kirchnerismo logró vaciar de poder a las provincias y fortaleció a las facultades nacionales, apalancado en la fuerza bonaerense. Un retroceso histórico. Patético.
No tiene sentido salir en defensa de los gobernadores peronistas, ni sumarse al coro de críticos de la oposición, porque estos aún no tienen el poder que le asingó la gente en los últimos comicios. Es lamentable ver que los medios le hacen el juego a K criticando a los opositores. La única culpa es la total desaprensión de los Kirchner para con las instituciones democráticas. Es más, es impresionante ver cómo la nueva dirigencia respeta al Ejecutivo más allá de lo que haga, de sus acciones. Han desacralizado a la voluntad popular. Pero la oposición no rompe límites. Lo esperan. Saben que no tiene chances de recuperar un nivel de aprobación que lo pueda habilitar a un nuevo mandato. Le aguantan sus humillaciones, su destrato, sus trampas. Hacen lo que pueden. Ponen la otra mejilla.
Esperemos que la gente sepa valorar, más allá de las histéricas valoraciones mediáticas, lo que uno y otros han hecho en su favor.+
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