Parecería que está todo dicho.
Néstor Kirchner sigue dando volantazos en medio de la autopista. Es evidente que se le trabó la caja de cambios y que se quedó sin frenos. Ya no asombra, sorprende.
La operación "listas testimoniales" fueron un salvavidas de plomo para la clase política que sobrevivió al 2001; también para la que surgió en esa fecha. El presidente del Partido Justicialista intenta obligar a sus generales y coroneles a que lo sigan en la batalla final, a la que muchos consideran prácticamente perdida.
El Consorte Presidencial no tiene margen de acción. Puso en juego su nombre en juego y ahora resulta que ésa es una de las principales trabas para el éxito electoral; es un techo rígido. Parecería que piensa que un triunfo que no lo incluya sería una derrota categórica. Se lo ve dispuesto a llevar al gobernador bonaerense a ese cadalso.
Scioli, por su parte, tiene atada la suerte financiera de su Estado provincial a la Nación y cada vez más se siente el delfín kirchnerista para el 2011. Lo que habrá que ver es si Kirchner quiere un sucesor. Con su esposa no fue muy buen aliado, a juzgar por sus resultados.
La pobre gestión presidencial se pudo observar en la paupérrima cosecha en los tres foros recientes: Reunión de Líderes Progresistas, en Chile; Grupo de los 20, en londres, y Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago.
Silenciosamente, los princiapales referentes territoriales del peronismo se corren de su lado. El gobernador cordobés nominó a un anti K de candidato y escindió a su bancada de la oficialista; el senador Carlos Reutemann no se deja enlazar por nadie y corre solo su carrera contra el Socialismo santafecino. En la Capital, el PJ no tiene candidatos potables. La Provincia está dividida en tercios que hoy lideran Kirchner-Scioli, pero aventajando por muy poco a Francisco de Narvaez - Felipe Solá y, unos pasos más atrás, a Margarita Stolbizer - Ricardo Alfonsín. El nivel de indecisos, presuntamente opositor, hace temer por un desenlace fatal para el matrimonio reinante.
En casi todos los escenarios, el Frente para la Victoria perdería la mayoría en Diputados, aunque mantendría el control del Senado. A nivel partidario, Eduardo Duhalde empieza a tantear la posibilidad de pelear por retomar el control del partido. Para el 2011 el radicalismo también estará más fortalecido. Se insinúan tiempos de parlamentarismo, sobre la base de la Constitución de 1994.
Durante los días por venir se asomarán nuevos liderazgos, proliferarán las transfugueadas del kirchnerismo hacia la oposición y las nubes de la crisis financiera internacional sobrevolarán el cielo argentino. Sería lógico pronosticar un aumento de la violencia social; la inseguridad la atiza.
Kirchner ha ido apostando su capital a cara o ceca y perdió sistemáticamente las últimas veces. Su poder ha disminuido geométicamente. Cada vez le queda menos. Pero él sigue lanzando al aire la moneda.+)
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