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De esa forma se comienza a identificar a la etapa que se abre a partir del día siguiente de las elecciones del 28 de junio próximo.
Para entonces, los líderes justicialistas analizan las alternativas de continuidad que se presentan ante el pregonado fin del kirchnerismo. Lo interesante es que, aún en un escenario de victoria bonaerense, pocos advierten una sobrevida al kirchnerismo como tal.
Las elucubraciones suponen la permanencia de Cristina Fernandez. Pero también dan por sentado que los caciques provinciales acordarán dar apoyo y sostén al gobierno peronista a cambio de soporte oficial al proyecto de Carlos Reutemann 2011. Suena lógico, pero es inimaginable teniendo en cuenta el carácter del Consorte Presidencial. Lo que tampoco está claro es lo que puedan hacer los caciques provinciales ante semejante negativa.
De a poco, el bloque se va desgranando. Antes de llegar al comicio. Una vez finalizado, la bancada oficial se reduciría a la nada, a este ritmo.
El presidente del Partido Justicialista y luego la Presidente de la Nación, Néstor y Cristina Kirchner, agitaron el fantasma del 2001. Sin querer, o a propósito, pronosticaron como posible una derrota y anticiparon, como posible, el peor de los escenarios. Jugaron con fuego. Angostaron el margen de maniobra. Resulta difícil creer que se les escapó. Néstor lo dijo dos veces y Cristina lo repitió al tercer día. ¿Qué pretenden, un 17 de octubre? Sería temible que lo crean posible, por la distancia de la realidad que tal pensamiento refleja.
El peronismo no sabe si saltar hacia el peronismo disidente (Mauricio Macri, Francisco de Narvaez) o jugar al poskirchnerismo (Reutemann o Daniel Scioli). Los acontecimientos se precipitan. Las candidaturas terminarán por aclarar la escena.+)

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