De alianzas de derecha y de izquierda

El domingo pasado un hecho muy importante agitó las aguas de la política vernácula: la convocatoria del jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, a su antigüo aliado Francisco de Narvaez y al ex gobernador bonaerense Felipe Solá para converger en una alianza electoral.
¿Qué es lo novedoso, dado que muchas de estas cosas se presumían? A mi juicio, el que haya sido el titulo principal de la tapa dominical de Clarín luego de que el Gran Diario Argentino endureciese el tratamiento que venía ofertando al Gobierno, porque de Narvaez ya había sido aliado del PRO y se identifica desde hace añares con el justicialismo, y Solá, en cambio, es un cacique sin indios.
Pero lo más extraño no es que la nota no haya citado fuentes sino que se le diera tanta importancia a un hecho que todavía no era ni siquiera una conversación, que no pasaba de una idea. La prueba fue la conferencia de prensa; no hubo acuerdo en lo básico para una discusión como ésa: las posiciones en la lista.
Lo significativo, sí, es que parecería que para Clarín Macri es un candidato deseable que está intentando evitar en el regionalismo porteño al que lo empujaban los neoradicales.
Macri facilitó la ecuación electoral, por izquierda y por derecha. Veamos este punto con detenimiento. ¿Qué son izquierda y derecha, en la actualidad?
Más allá de lo académico, las identificaciones partidarias suelen tener arraigo familiar, cultural, geográfico o social. Hay gente rica que es comunista porque su padre lo era, hay gente pobre que es conservadora por semejantes razones, adhesiones de vecindad, de conveniencia, de identificación profesional, simpatías, etc.
Pero cuando nos referimos a la derecha apuntamos a quienes buscan la conservación de lo que favorece el actual estado de la situación. Más allá de lo que se proponga, lo importante es el resultado: mantener y aumentar el poder. No importa si se es progresista (liberal) o creyente.
La izquierda, al contrario, se propone la subversión de ese orden, el cambio. La situación no nos podría favorcer nunca porque está mal parida, así no se hace. Habitualmente es más rebelde que feligresa; pero en el caso de profesar un credo puede tener actitudes heroicas, martirológicas y hasta artísticas.
En la Argentina de la actualidad quien aparece claramente en el espacio conservador es el kirchnerismo, más allá de su gala por combatir el Ancienne Regime militar.
Su retador es el neoradicalismo que encarnan la Coalición Cívica, la UCR, el cobismo, el juecismo y los socialistas. Ellos tienen una tradición política que, además, está identificada por lo valórico. "Que se rompa, pero que no se doble", dicen que afirmaba el fundador del radicalismo, Leandro Alem. Los radicales y los socialistas siempre estuvieron más cerca de los valores republicanos y de la austeridad, que de los resultados concretos. Aunque siempre hay partidarios que, por razones familiares o las que sean, rompen el molde. Pero la lógica de ese espacio es de medios, en tanto que el peronismo fue más bien de fines (la inestimable consecusión del poder).
¿A qué voy con todo esto? Si el PRO suma una buena pata peronista en la Provincia, vacía al oficialismo de contenido; le roba el espacio de derecha.
La propuesta del kirchnerismo se podría sintentizar de la siguiente manera: Sectores más humildes y más ricos: ¿ustedes, quieren volver al delarruismo, a la Alianza deafulteadora e incapaz, o quedarse con nosotros que somos feos y malhablados pero les aseguramos lo escencial?
Los Neoradicales podrían responder: nada justifica estas barbaridades; basta de autoritarismo.
El pobrerío solamente conoce el abuso de la autoridad y los más ricos la sienten como un hecho natural; hasta ahí, el kirchnerismo se sentiría tranquilo con un triunfo ajustado porque los pobres son siempre más.
El problema surge cuando un multimedios pone a disposición su Clarín para avisar que hay otra forma de conseguir que el estado de situación se mantenga y hasta mejore.
Algo ha cambiado, pero aún no están claros los detalles.+)

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