Néstor Kirchner ha ingresado en la etapa "loco malo". Propios y ajenos lo miran desconcertados y prefieren mantener la distancia. Solamente aquellos afectados por su agresividad reaccionan, pero lo estrictamente necesario como para salirse de escena.
La sociedad tiene un nivel de crispación altísimo y espera, alterada, que sucedan en nuestro suelo lo que se anuncia como venidero desde el exterior. Mientras escucha los cientos de miles de despidos y suspensiones que se producirían en las corporaciones mundiales y que empiezan a sugerirse aquí, debe soportar cortes de luz, de agua, de calles y paros sindicales... anoche sonaban cacerolas en las tenebrosas esquinas.
Lo más llamativo es que algunos de estos incordios aparecen sospechosamente cercanos al kirchnerismo. Al menos, eso es lo que dijeron los funcionarios porteños respecto del inusitado corte de la Autopista Illia: que lo operaron para perjudicarlo a Mauricio Macri. Pero ese mismo día, un desalojo en Lomas de Zamora derivaba en la interrupción del tránsito en el Camino de Cintura y el tratamiento de la estatización de los ahorros jubilatorios, en otro sobre la Avenida Rivadavia a la altura del Congreso.
Ayer, al trazar este espantoso escenario a un periodista, la zigzagueante funcionaria Camila León salió a cortarme en seco, pidiendo que apoye mis argumentaciones con cifras. Le repliqué caídas en las ventas en todos los sectores de la economía, freno en la creación de empleos, aumento de la pobreza. "Es cierto", aceptó, atribuyendo la responsabilidad a la cuestión mundial. "Bueno, también está muy agitada la calle", agregué, a lo que ella misma trazó una comparación con el 2001. No había más nada que decir. Así y todo, intentó durante veinte minutos convencerme de la normalidad que refería sin hacer otra cosa que convencerme cada vez más del oprobio reinante.
El dólar ha vuelto a reanudar su marcha ascendente. Los economistas dicen que, para enfrentar los vencimientos de la deuda, no alcanzará con la estatización de las jubilaciones. "La alternativa es devaluar, defaultear o dejar llegar la recesión", coincidieron por separados dos prestigiosos economistas, en privado.
La Presidente salió entonces a anunciar un paquete de medidas. El ex presidente nunca quiso anunciar medidas en ese formato porque implica reconocer la crisis. A pesar de esta circunstancia, las hordas de Hugo Moyano bloquearon las plantas impresoras de los diarios La Nación y Clarín esa misma tarde, con lo que el anuncio -que ya era medio enclenque- quedó empastado por el ataque a la prensa de alguien que hasta ahora es un aliado gubernamental.
Los dos diarios más influentes del país, que venían manteniendo la distancia para con el Loco Malo, tornaron negativas sus portadas.
Para colmo, alguno descubrió que el blanqueo decidido podría favorecer al sucio dinero de la corrupción. Digamos que la encomiable actitud por tomar la iniciativa ante una crisis tantas veces negada tenía un tufillo a podrido.
A la cuestión climática sumemos que se espera un diciembre pesado. Se habla de cortes en la cadena de pagos y presiones sobre el dólar, que terminarían exploatndo en los primeros días de enero.
La oposición, mientras tanto, empieza a encolumnarse en dos bloques: uno, neoradical o socialdemócrata a la europea, con socialistas y liberales; y otro, neoconservador, con peronistas moderados y exponentes del empresariado que encarnan una versión moderna de lo nacional y popular.
Pero el que precalienta por si tiene que ingresar en el segundo tiempo de esta administración es el vicepresidente, Julio Cobos. ¿Será por eso que le piden que renuncie? Sin Cobos, no hay Plan B y el riesgo de un salto al vacío fortalecería la posición del Gobierno.
Cobos no está solo. Santiago del Estero terminará por mostrar una imagen terrible para los Kirchner. ¿Qué tan aliado es un gobernador ganador que no permite que el matrimonio presidencial nombre a uno solo de sus funcionarios y se aferra a su radicalismo?
A los K sólo queda Daniel Scioli, que tuvo que ceder a Débora Giorgi para que asuma un ministerio tan preciado por los bonaerenses como es el de la Producción y al que le pusieron en su lugar a un hombre que revistió en sus filas. ¿Cómo pudo aceptar Scioli semejante interferencia? ¿o es que nadie se le anima al Loco Malo?
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Veamos el contexto internacional. Cristina vuelve de su gira internacional por Nueva York, en donde quedó de manifiesto que el foro le quedaba grande, y por el Magreb, en donde se encontró a sus anchas con otros desplazados del mundo. A la maravillosa idea de traer a la Momia de Tutankamon -tal vez pretendar recrear Titanes en el Ring- la siguió la derrota de Hugo Chavez en cuatro gobernaciones populosas. A la semana, Chavez ya estaba recibiendo al presidente y a la flota rusa para navegar juntos las aguas caribeña. Tanto rusos como chinos visitaron la región, pero saltearon a la Argentina.
Uno debe preguntarse, ¿con quién estamos, entonces? No hay que minimizar la presencia en nuestro país del presidente mexicano, pero su visita y la del presidente búlgaron fueron las únicas en meses.
Muy atrás quedaron los chichoneos con las presidentas chilena y alemana, o su coqueteo parisino.+D
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