Electoralmente, sepulta al oficialismo

La Capital de Rosario, 25/01/15

“La muerte del fiscal Nisman sepulta las esperanzas de triunfo oficialista”

Carlos Fara no tiene dudas: el principal perjudicado es el gobierno y, electoralmente, Daniel Scioli.

 
Carlos Fara es el primer consultor político que asegura que no habrá ballottage en el turno electoral de 2015.
Por Mauricio Maronna / La Capital
El politólogo y consultor político Carlos Fara no tiene dudas: el principal perjudicado por la muerte del fiscal Alberto Nisman es el gobierno y, electoralmente, Daniel Scioli.

   En una entrevista con La Capital, el prestigioso profesional porteño fue incluso más allá al considerar que todo lo vinculado al desenlace trágico de Nisman “termina de sepultar las esperanzas del oficialismo de ganar la elección presidencial”.

   —¿Aunque suene prematuro, quién es el principal perjudicado en el ámbito de la política por la muerte de Nisman?

   —El principal perjudicado es el gobierno y, electoralmente, Scioli. El gobierno, porque es el principal responsable —según la opinión pública— de la muerte del fiscal. Más allá del hecho en sí, se instala un clima oscuro, pesado, de degradación, que refuerza la tendencia preexistente de cambio. Salvo que aparezca un hecho muy contundente que exculpe al gobierno, son situaciones muy difíciles de modificar. En un punto, opera de manera similar a la muerte de (Alfredo) Yabrán en el último tramo de la presidencia de Menem. Desde el punto de vista electoral, el principal perjudicado es Scioli porque expresa el voto que prefiere más continuidad que cambio. Su actuación en estos días ha sido de muy bajo perfil: al principio solo pudo expresarse a través de un comunicado oficial. Cuatro días después hizo algunas declaraciones tibias. No tiene autonomía política, por lo tanto no puede transmitir la imagen de líder que demanda la mayoría de la sociedad.

   —¿Qué le sugiere que la presidenta haya elegido Facebook para posicionarse en el tema dejando de lado su recurrente uso de la cadena nacional?

   —El medio es el mensaje. La presidenta elige ese medio para buscar un canal que le permite: 1) manejarse con un texto largo (lo que le impide Twitter), y 2) mostrar cercanía (por el perfil mismo que representa usar las redes). Con un texto no tiene que mostrarse en cámara, exponerse, con todo lo que eso implica para los aspectos inconscientes de la comunicación (que le podrían jugar una mala pasada). La cadena nacional definitivamente le sube el volumen a cualquier cosa que diga. Las redes sociales tienen otra entidad en el imaginario, aunque lo que diga sea lo mismo. Le bajan un poco el precio al tema del que se trata. La presidente quiere mantener esto en el plano de la política, y no como una cuestión de Estado.

   —¿Nisman muerto es un problema mayor para el gobierno que Nisman vivo?

   —Es difícil decirlo, porque ahora Nisman muerto en estas circunstancias sospechosas genera mucha más suspicacia de la ciudadanía que antes, cuando todavía se podía atacar la credibilidad de su denuncia. Nisman muerto certifica el grado de peligro de lo que hay en juego, mientras que el fiscal vivo —si bien podía seguir investigando, denunciando, declarando, instalando— también podía equivocarse, contradecirse, ser desprestigiado (cosa que ahora se vuelve más difícil). Con Nisman vivo el gobierno debía estar a la defensiva por la denuncia, pero podía apostar a que la saturación y la confusión lo volvieran impotente.

   —¿Cómo observa el rol de la oposición?

   —En primer lugar, casi todos actuaron con suma prudencia y cautela, que es lo que aconsejaba el manual de crisis, tratando de sintonizar todo lo posible con el ánimo popular, pero sin sobreactuaciones. No podrían haber hecho otra cosa porque sin información veraz podían quedar descolocados en una causa que suma interrogantes día a día. Los líderes no pueden reaccionar con la indignación del ciudadano común (si no, no son líderes). Tampoco pueden tratar de sacar partido frente a un hecho grave so pena de caer en desgracia frente a la sociedad de manera irreversible. Respecto a aparecer juntos, ya están generándose en estas horas algunos espacios que compartirán públicamente. Los agarró a todos a contrapié por las actividades de verano, y luego se frustró la sesión del Congreso. Como es un tema muy delicado —y algunos no quieren fotografiarse juntos ni en circunstancias menos graves— no hubo mucha posibilidad de juntarse. La cuestión en estos casos siempre es ¿quién convoca?

   —¿Políticamente hay un antes y un después de la muerte de Nisman?

   —No creo. La demanda de cambio es mayoritaria hace 2 años y medio. Este hecho solo refuerza la tendencia preexistente, y a mi juicio termina de sepultar las esperanzas del oficialismo de ganar la presidencial. Lo que sí puede ser es que vuelva a poner sobre el tapete el eje institucionalidad-transparencia-justicia-ética, que venía con bajo perfil en la opinión pública, pese a las denuncias de corrupción, el nombramiento de fiscales. La muerte obviamente es de alto impacto. Sin embargo, precisamente por la gravedad que implica es difícil que les sirva a los opositores para sacarse diferencias entre ellos. Si no hay grandes novedades sobre la causa, puede tender a desinflarse.

   —¿Cómo impacta en Scioli el hecho de un alineamiento tan fuerte del PJ denunciando, incluso, un intento de alteración del orden constitucional?

   —Le impacta mal, porque él nunca será el único autor de su libreto. Siempre estará a merced de la líder del espacio, que es la presidenta. CFK será durante este año una candidata más, que intentará ocupar el rol central, de modo que se hable a favor o en contra de ella. Todo eso le quita protagonismo a Scioli, el que tiene que pedir permiso para ir a Clarín. Se desluce su calidad de líder, aunque no significa que pierda imagen positiva.

   —¿Esta ola de críticas al peronismo por el tema Nisman podría afectar a Massa?

   —No creo, porque Massa tiene un perfil multiforme, en donde buena parte lo identifica como alguien que no es ni peronista, ni kirchnerista, compitiendo en ese segmento votos con Macri y Unen. Es un auténtico líder transversal que está tratando de que no se le peronice la campaña, su gran riesgo. Por otro lado, frente a cierta situación de descontrol político, internas entre sectores de inteligencia, intereses geopolíticos cruzados, guerra entre mafias, etcétera, también se le abre una ventana de oportunidad, porque el público argentino —de actitud conservadora frente al poder— podría reflexionar: “Mejor uno que tenga uñas de guitarrero y no un De la Rúa que no controlaba nada”.

   —Macri fue el primero que salió a hablar públicamente del deceso de Nisman. ¿Se verá beneficiado por este momento tan traumático para el oficialismo?

   —Le caben las generales de la ley para la oposición: se beneficia del hecho de que sepulta toda demanda de continuidad. Tuvo una actitud cautelosa, tratando de transmitir ánimo y esperanza a un público atónito por el hecho, sin anunciar iniciativas políticas concretas (lo que sí hizo Massa). Sabe que no es momento para pasarse de rosca.

   —Usted sostuvo hace poco que descreía de la posibilidad de un ballottage. ¿Mantiene ese criterio?

   —Sí. Como dije en su momento, no hay suficientes elementos científicos para aseverarlo, sino que es un análisis prospectivo acerca de cómo reaccionaría el electorado con los resultados de las Paso en la mano. Lo dije por primera vez hace un año, y hay cada vez más gente en el mundo político que va coincidiendo.

   —¿Cómo están sus números respecto de las presidenciales?

   —En un escenario de 5 candidatos probables (Scioli, Massa, Macri, Binner o Cobos y Altamira) seguimos viendo un empate técnico de primer lugar entre Massa y Scioli, con Macri 8 puntos abajo, los de Unen entre 6 y 8, y Altamira con 2 ó 3 puntos. En todos los escenarios de ballotage gana Massa.

   —¿El daño autocausado dejó al FAU definitivamente fuera de carrera por la Presidencia?

   —Sí, ya no es una opción de poder en la cabeza de la mayoría, ni siquiera en su segmento de afinidad. No lograron transmitir ni vocación de poder, ni ideas superadoras. No tiene gestión para mostrar y ninguno de los candidatos es carismático. A todo eso se sumaron 2 cosas: los conflictos internos, sobre todo generados por Carrió, y el crecimiento de Macri. De todos modos, sí creo que el FAU llevará un candidato a presidente que puede cosechar entre 8 y 10 puntos, y eso lo puede volver un actor estratégico.

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