Las derechas europeas

Como decíamos hace una semana, hay cambio de tendencia política. Aunque eso de llamarlo derecha es confuso o directamente equívoco.

Europa: las derechas vienen marchando

La crisis económica y financiera global favoreció el crecimiento arrollador de propuestas de ultraderecha y xenófobas.

  • Por Carlos Gabetta | 18/10/2013 | 22:37
Euforia. Marine Le Pen, con el 24% de la intención de voto para las elecciones europeas, hizo del ultraderechista FN el primer partido francés.
Euforia. Marine Le Pen, con el 24% de la intención de voto para las elecciones europeas, hizo del ultraderechista FN el primer partido francés. | Foto: AFP

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Entre mediados de septiembre y octubre, dos hechos conmovieron al mundo. Los centenares de inmigrantes clandestinos perecidos en un naufragio ante las costas italianas de Lampedusa, y el suspenso creado por el posible default de la principal economía del mundo, Estados Unidos. 
En medio del escándalo por la tragedia y la ansiedad por el desenlace de la crisis estadounidense, pasó casi desapercibida una serie de sucesos políticos que reconocen las mismas causas e indican una ominosa evolución.
La ola. En Francia, el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, pasó a encabezar, con el 24%, las intenciones de voto para las elecciones europeas de mayo próximo. Aunque en las presidenciales de 2002 el FN ya había superado a los socialistas, es la primera vez que aparece por encima de liberales, gaullistas y socialistas. O sea, como el primer partido de Francia.
En Austria, el ultranacionalista Partido Liberal obtuvo el 21% en las elecciones generales. En Noruega, el Partido del Progreso obtuvo el 16%. El Partido del Pueblo danés, el Demócrata Sueco y los Auténticos Finlandeses, todos de extrema derecha, también crecen en los países escandinavos. En Inglaterra, el partido antieuropeo UKIP, liderado por el cada día más popular Nigel Farage, logró el 25% de los votos allí donde compitió en las elecciones municipales, obligando al primer ministro conservador Cameron a endurecer sus posiciones respecto de la inmigración. En Hungría, el bandazo ultraderechista, racista y antisemita del gobierno del partido populista Fidez, presionado por el aún más derechista Jobbik, la tercera fuerza del país, llegó a provocar una reprimenda del Parlamento Europeo. En Grecia, el partido neonazi Aurora Dorada obtuvo el 7% de los votos, 18 diputados, en las elecciones de 2012. En Italia, el movimiento “antipolítica” de Beppe Grillo, que cuenta con 108 diputados y 54 senadores, acaba de pronunciarse por cerrar el paso a los inmigrantes. En PERFIL (“Roma-Buenos Aires”, 26-5-13), decíamos “El curso probable es que la crisis se profundice y el próximo Grillo resulte un líder de extrema derecha, tal como viene ocurriendo en otros países de Europa”. Tal parece que podría ser el propio Grillo.…
Fracasos reiterados. La relación de la tragedia de Lampedusa, el postergado default de Estados Unidos y el firme avance de la extrema derecha en Europa es evidente: la crisis económica y financiera global y los reiterados fracasos de las derechas republicanas y la socialdemocracia ante el problema.
La persistencia de la crisis actual provocó una evolución política internacional similar a la de 1930: mientras Europa oscilaba hacia la derecha, Estados Unidos se inclinaba por una propuesta de formato socialdemócrata. Roosevelt y su New Deal entonces; Obama ahora. Pero la situación es esencialmente distinta. La Unión Soviética ya no existe y el sistema de producción y distribución capitalista ha devenido realmente planetario. Esta crisis, ante la que vienen fracasando todas las recetas conservadoras, liberales y socialdemócratas, es pues la del capitalismo en su punto de desarrollo actual. 
Así, el New Deal de Obama encuentra una limitación: la economía soporta desde hace décadas déficits estructurales, lo que condujo a que actualmente la deuda pública resulte mayor que el PBI. La mayoría de los países desarrollados ha acabado ingresando en esa espiral; de allí las cada vez más frecuentes crisis presupuestarias y los consecuentes ajustes. La próxima cita para que el Congreso evalúe la capacidad de endeudamiento de la primera economía mundial es en enero, y tarde o temprano los mercados empezarán a preguntarse cuánto vale realmente un dólar. Porque el día que Estados Unidos enfrente realmente un default, le bastará devaluar para evitarlo. ¿Acaso no dispone de la moneda de referencia mundial? Default o devaluación, algo habrá que hacer, tarde o temprano.
De modo que Obama no tiene recursos para su New Deal. Las reformas de Roosevelt y las políticas socialdemócratas europeas y escandinavas se impusieron después de la crisis del 30 porque el capitalismo estaba en auge, era inclusivo, y existía la URSS, el enemigo común. Ahora, las socialdemocracias vienen fracasando desde hace décadas porque no asumen la nueva realidad: el capitalismo ya no es inclusivo; su crisis es estructural (“Una noción de riqueza social”, PERFIL, 22-4-12). 
Al socialdemócrata Obama le ocurre lo mismo. No piensa cambiar el capitalismo por un sistema más igualitario y adaptado a los problemas y posibilidades actuales. Confía en el propio capitalismo, en su lógica interna, para salir de la crisis. Intenta comportarse como un Franklin Roosevelt de estos tiempos, pero le ocurre lo mismo que a los socialdemócratas que se creen aún en los tiempos de Willy Brandt. Esta crisis requiere algo más que un New Deal aggiornado. 
De modo que también en Estados Unidos se agita la extrema derecha. Grupos como el Tea Party –hay varios– expresan el pánico y la desorientación de cada vez más amplios sectores sociales ante la crisis económica y el fracaso de la política tradicional para resolverla. Es historia conocida. La presión que el Tea Party pudo ejercer sobre el conjunto de los republicanos en la reciente crisis sólo se explica por una influencia en la sociedad muy superior a su número de representantes en el Congreso. 
El antagonismo, la polarización, son la expresión natural de los intereses particulares, de clase y nacionales, que se expresan y pugnan en toda crisis global sin solución a la vista. No sería extraño que ésta acabe pariendo un fascismo, o varios, de nuevo tipo. Las causas de esta evolución son nuevamente la impotencia de la dirigencia tradicional ante la crisis; la competencia intercapitalista; la corrupción, el desorden y la violencia generalizados; el desempleo y la pobreza, que agravan los desesperados del resto del mundo que atraviesan las fronteras.
*Periodista y escritor.

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